Sabemos muy bien, al menos por los relatos evangélicos, lo que pasó en su Pasión Nuestro Señor. Y es que, cuando se hace ver que hoy mismo el sentido de aquello tiene vigor, se demuestra lo sobrenatural de eso que fue el inicio de toda nuestra fe.

Sabemos muy bien, al menos por los relatos evangélicos, lo que pasó en su Pasión Nuestro Señor. Y es que, cuando se hace ver que hoy mismo el sentido de aquello tiene vigor, se demuestra lo sobrenatural de eso que fue el inicio de toda nuestra fe.
No es nada extraño que cada cual quiera que se conozca aquello que ha sido y es el devenir de su pueblo. Si, además, existe una persona adecuada para tal cargo no es raro que alguien como Lolo pida por el tal nombramiento y por tal persona.
Cuando existe un problema grave y se busca solución al mismo no es poco importante que las voces que más pueden dar noticia del mismo den un paso adelante. Y eso es lo que hace Lolo en el caso del Hospital de Linares.
No se puede negar que el silencio en la enfermedad puede parecer como el instrumento del mal. Sin embargo, hay quien, como Lolo, cree que el silencio puede ser un instrumento sobrenatural del cual obtener buen fruto.
La primavera es tiempo de alegría porque la naturaleza nace de nuevo a la luz del mundo. Y Lolo, que conoce muy bien la sensación de vida que eso supone, no puede quedar aletargado sino que, al contrario revive con la sabiduría de quien conoce lo importante que es hacerlo.
En el diario de enfermo que escribe Lolo también es primavera en alguna ocasión. Y cuando llega, es bien cierto que hay muchas cosas que se renuevan como, por ejemplo, su ansia por doblegar a la enfermedad o, al menos, de aceptarla mejor.
Ya podemos imaginar que la Navidad es un tiempo más que especial para alguien que sufre (antes, durante y después) Pero, por eso mismo, es hasta posible que se dulcifiquen momentos dolorosos. Y es que el Niño vuelve a nacer.
La forma de ser de un enfermo dice mucho de cómo se enfrenta a la enfermedad que le hace sufrir. Y el caso de Lolo es el de aquel que, aún conociendo más que bien los caminos físicos por los que transcurre su vida, se aferra a su fuerte corazón que no se arredra ante nada.
La adaptación a una enfermedad como es la ceguera ha de mostrar, por fuerza, cómo es una persona y si es capaz de enfrentarse con fruto a tal situación. Y a fe del que esto escribe, que Lolo lo cumplió a la perfección.
Cuando la enfermedad no deja a una persona ni a sol ni a asombre y cincela una vida sufriente y dolorosa diríase que no tiene remedio su pasarlo mal. Sin embargo, cuando entra en juego la fe la cosa es bien distinta porque puede descubrirse la vertiente fiel de tal situación.
No podemos negar que la Navidad da para mucho. E, incluso, si la persona de la que hablamos anda años ya enferma eso no le hace olvidar lo que supone que nazca el Hijo de Dios con quien, por cierto, guarda una gran amistad de hermano.
Es verdad que un diario da para todo lo que quien lo escribe tenga que decir por ser algo muy personal. Sin embargo, cuando algo como la pérdida de la vista se cruza en la vida de una persona es lógico que ocupe toda su atención.