Publicación original: Boletín Asociación Amigos de Lolo nº 62 de octubre de 2009 con palabras de Pepe Utrera, amigo de Lolo

Lolo tuvo muchos amigos. Y uno de ellos es Pepe Utrera (en la imagen de arriba, con Lolo) al que ya hemos traído aquí en alguna que otra ocasión. Y lo que hoy aquí ponemos no es para hablar directamente de Lolo aunque también.

Pepe Utrera se despide de Antonio Luis, hermano de Lolo porque había fallecido apenas unos meses antes. Y se nota que lo quería como amigo, como lo había sido de su hermano, Manuel.

A nosotros nos gusta esto. Es decir, que la vida de Lolo, en sus más variadas vertientes, nos salga al encuentro y nos haga encontrar a parte de su familia. Y también nos emociona.

Querido Antonio Luis.

Estoy convencido de que Lolo te estaba esperando aquel caluroso día de agosto para acompañarte a tu vida con el Padre. Y con él seguro que estaban también tus hermanos Agustín, María y José María. ¡Que alegría debiste sentir al volverlos a ver! ¡Cuántos abrazos y preguntas!

Después de ponerlos al día de las cosas de aquí abajo, ya tranquilizados, empezaríais a recordar cosas de vuestras vidas: los juegos en la casona del abueno, vuestras preocupaciones y deseos. ¿Te acuerdas – te dirían Lolo y José María- de cuando viniste con nosotros a una Misa de Campaña con los Exploradores? Como no tenías uniforme, mamá te vistió con un jersey color anilina, y el palo de una cortina lo convirtieron en una “pica” para que pudieras desfilar con la tropa de “lobatos” y al finalizar… dos onzas de chocolate.

Por tiempo después conocisteis a un sacerdote de Linares, muy amigo de vuestro abuelo a quien visitaba cada vez que venía por aquí. Lolo ya estaba en la Acción Católica y en más de una ocasión le preguntó el sacerdote por su formación espiritual y sus actividades en la A.C. Aquel sacerdote, tú me lo dijiste en la Administración de Loterías, se llamaba Pedro Poveda y hoy es Santo y está muy cerca de Lolo. También me dijiste que, que una ocasión que el Padre Poveda estaba hablando con el abueno, os agachasteis debajo del mostrador para que nos vieran y así poder salir a la plaza para jugar con vuestros amigos…

Antonio Luis, ¡qué suerte tener la familia que Dios te dio! Y cuantas veces fuiste corriendo al piso de tu hermano para ayudarle en los malos momentos… pero ahora ¡todo es alegría!, aunque tienes la pena de no poder abrazar a los que se han quedado aquí, pero ya cuidarás de ellos con Lolo, y si somos buenos esposos, hijos, nietos y amig9os, volveremos a encontrarnos.

Como no pude despedirme de ti cuanto te fuiste, te mando un abrazo que quiero desde mi parte a los que están allí arriba, con el deseo de que, cuando nos llegue la hora, podamos celebrarlo en le casa del Padre de todos. Pedid por que así sea. Un abrazo.

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