Es de imaginar que cuando Lolo viajó a Lourdes se encontró con muchos enfermos. Y uno de ellos, Antonio, dejó una especial huella en su corazón y aquí Manuel Lozano Garrido le dirige una muy emocionante carta.

Es de imaginar que cuando Lolo viajó a Lourdes se encontró con muchos enfermos. Y uno de ellos, Antonio, dejó una especial huella en su corazón y aquí Manuel Lozano Garrido le dirige una muy emocionante carta.
Es un verdadero gozo que un periodista como Lolo escriba, nada más y nada menos, que su viaje a Lourdes. Es, seguramente, la mejor forma de entender lo que supone todo lo referido a aquel lugar de fe profunda y necesaria.
Aquel joven pintor al que se le proporcionó una salida de formación en Roma supo aprovechar aquella ocasión y hoy día, años después de su muerte, Paco Baños Martos es uno de los grandes pintores de lo espiritual.
La feria, en verdad, es momento de diversión de los pueblos pero también apunta maneras para la explicación del alma tan dada a necesitar de ciertos sustentos espirituales.
Gracias a esta labor de publicación de los artículos que Lolo dio a la luz del mundo nos llegan personas como el sacerdote francés de seudónimo Pierre L’Ermite. Y damos gracias a Dios, aquí mismo, por esta gracia.
Cuando a Manuel Lozano Garrido se le “ocurre” (bendita ocurrencia) la creación de la Obra Sinaí estamos seguros que sabía que Dios andaba detrás de ella. Y por eso la fecundidad de la misma que llega, tantos años después, hasta hoy mismo.
Podemos imaginar que más de uno que condujo al Hijo de Dios hacia Getsemaní no sabía mucho de su persona. En verdad no sabía lo que hacía. Y eso es aquí primordial porque la Cruz de Cristo no fue comprendida por muchos.
Cuando se entrevista a un artista como es el caso siempre está bien conocer, en sus principios, cómo fue todo y cómo es el pensamiento de, en este caso, una pintora de Quesada. Y es que es la mejor forma de ver cómo será su porvenir.
A partir de una noticia que puede ser terrible como la de un incendio a gran escala, sólo quien tiene un corazón grande es capaz de construir un relato donde la presencia de Dios y de su Espíritu Santo tiene su total cabidad y realidad.
Nada mejor que reconocerse a uno mismo y saber cómo se es y en qué circunstancia se está. Y lo mejor de todo es si de eso se hacer oración y se ofrece por santas intenciones. Entonces es, como se dice en la Biblia, miel sobre hojuelas.
En este diario de Lolo del otoño de aquel año, 1962, se hace notar que, muy a pesar de llevar un año sin su sentido de la vista, ha agudizado mucho los que lleva en el corazón, el amor y la fe.
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Debemos reconocer que cuando se entrevista a enfermos incurables es de esperar que los mismos manifiesten, digamos, su fastidio por estar así. Sin embargo, cuando los mismos enfermos son llevados por la fe es cierto y verdad que las cosas toman un cariz más que diferente.