Cuando el matrimonio se vincula a Dios y a su Iglesia, la católica, no es fácil que se puedan entender estas cosas de forma distinta a la que rige la fe que se pone en ello.

Cuando el matrimonio se vincula a Dios y a su Iglesia, la católica, no es fácil que se puedan entender estas cosas de forma distinta a la que rige la fe que se pone en ello.
El matrimonio es un verdadero Sacramento desde el momento en que fue Dios quien lo ofició en el Paraíso. Por eso no debemos desvincular el mismo de lo que eso significa.
La expectativa de matrimonio es el cauce por el cual circula el agua de la vida y, llevado todo a Dios, es el ejemplo perfecto de la Voluntad del Padre y de la confianza que tiene en su criatura.
Ciertamente, la alegría que, en el matrimonio, tienen los hijos, es equiparable al gozo con el que Dios ha querido que así sea y así suceda.
El azahar es propio de la primavera cuando los árboles se visten de su dulce olor y su precioso ver. Así, Lolo se acerca a la realidad del matrimonio por venir como algo que, al relacionarlo con Dios, alcanza su particular cumbre.
Es bien cierto que, como dice Lolo, el tema del matrimonio da para muchas gracias llevadas por aquellos que no tienen otra cosa que decir. Sin embargo, la vida matrimonial, vista desde el punto de vista real y sobrenatural muestra la presencia de Dios en ella.
No haya mejor que preguntar, en un momento determinado de la historia del hombre, acerca de cuestiones fundamentales como para ver qué es de tal tiempo y cómo respira el ser humano.
Siempre está bien que se mida, en cierta manera, el cómo del amor entre personas que pueden constituir una familia en su tiempo, en aquel en el que Dios los ha puesto.
Manuel Lozano Garrido escribió en el Semanario ‘Signo’, el 8 de enero de 1955, «doce recursos de urgencia, los telegramas de otras tantas súplicas para cada una de las doce campanadas que inician el año».
El amor, cuando se da al mundo de forma abundante como el caso de los religiosos de clausura, sólo puede ser bien visto por Dios.
A tenor de lo que nos dice Lolo, solo sólo está aquella persona que no tenga sueños o tenga ideales.
Muchas veces solemos buscar nuestra felicidad en lo que nos proporciona el mundo. Sin embargo, nace la misma desde dentro de nuestro corazón, rogándosela a Dios.