Jueves, Viernes y Sábado. Pero no tres días cualquiera de cualquier semana sino los que corresponden a la Semana Santa. Y Lolo hace de ellos tres luces desde las que podemos descubrir que siempre ahí está Cristo, a Quien dirigirse.

Jueves, Viernes y Sábado. Pero no tres días cualquiera de cualquier semana sino los que corresponden a la Semana Santa. Y Lolo hace de ellos tres luces desde las que podemos descubrir que siempre ahí está Cristo, a Quien dirigirse.
Conocer hasta las últimas consecuencias el cómo es cada uno viene la mar de bien para saber encarar la propia vida. Y eso es lo que le pasa a Manuel Lozano Garrido que sabe, como nadie, sacarle provecho, incluso, a su padecimiento.
En el diario de enfermo que escribe Lolo también es primavera en alguna ocasión. Y cuando llega, es bien cierto que hay muchas cosas que se renuevan como, por ejemplo, su ansia por doblegar a la enfermedad o, al menos, de aceptarla mejor.
Cuando la enfermedad no deja a una persona ni a sol ni a asombre y cincela una vida sufriente y dolorosa diríase que no tiene remedio su pasarlo mal. Sin embargo, cuando entra en juego la fe la cosa es bien distinta porque puede descubrirse la vertiente fiel de tal situación.
No podemos negar que la Navidad da para mucho. E, incluso, si la persona de la que hablamos anda años ya enferma eso no le hace olvidar lo que supone que nazca el Hijo de Dios con quien, por cierto, guarda una gran amistad de hermano.
Es verdad que un diario da para todo lo que quien lo escribe tenga que decir por ser algo muy personal. Sin embargo, cuando algo como la pérdida de la vista se cruza en la vida de una persona es lógico que ocupe toda su atención.
No podemos negar que la pérdida de la vista es un obstáculo muy grande para la vida de una persona. Sin embargo, si tal persona es Manuel Lozano Garrido, siempre cabe la posibilidad de que la acepte con una fe más que crucial.
El diario de un enfermo que, además, tiene fe en Dios Todopoderoso y a ella se aferra con corazón y alma no puede ser lo mismo en un tiempo como es la Navidad. Y eso se nota cuando quien escribe es Manuel Lozano Garrido.
La enfermedad da para muchas cosas o, por mejor decir, ofrece la oportunidad de recapacitar sobre aquello que nos pasa o lo que acaece allende nosotros mismos. Y Lolo lo hace con gran bien para sus amigos.
Es verdad que por mucho que se sufra y por mucho que se está pasando mal si eso lo ponemos en la parte que, de Dios, tenemos en nosotros, es seguro que la comunión de los santos hará el resto.
Seguramente el diario de un enfermo ha de estar completo de dolores y de sensaciones de privación de la salud. Sin embargo, cuando el enfermo es alguien que comprende su dolor y es capaz de sobrenaturalizarlo, es seguro que las cosas no se ven de igual forma.
Es cierto y verdad que en el mundo hay mucho sufrimiento y que en tiempos de Lolo, contando el suyo, también lo había. Siempre, de todas formas, queda la seguridad y la esperanza de que el Hijo de Dios está ahí, a nuestro lado.