Publicación original: Boletín Asociación Amigos de Lolo nº 63 de enero de 2010 con palabras de Francisco A. Carrasco Cuadros, a la sazón Promotor de Justicia en el Proceso de Beatificación de Lolo.
Poco a poco, en los artículos que aquí hemos traído de los que contienen los Boletines de la Asociación Amigos de Lolo, hemos visto el devenir de la vida después de la muerte de nuestro amigo.
El artículo de hoy contiene uno de los momentos más emocionantes de lo que fue el completo proceso de Beatificación de Manuel Lozano Garrido. Y es que la exhumación de sus restos era una parte muy importante del mismo.
Aquí puede verse cómo las personas que participan en la misma lo hacen con hondo sentimiento espiritual y son conscientes de que se trata de un momento muy importante, también, para la vida de Linares.
«El pasado diecisiete de diciembre, primer día del octavario de esta Navidad de 2009, recta final del Aviento, fue también el inicio del camino final Hacia la meta del proceso de beatificación del Venerable Manuel Lozano Garrido. Se cumplían justamente dos años de la declaración, por S.S. Benedicto XVI, como heroico, el ejercicio de las virtudes cristianas por parte de Lolo.
Desde el 17 de octubre de 1996 los restos de Manuel Lozano reposaban en la capilla del Cristo del Perdón de la Parroquia de Santa María de Linares, y correspondía dar una sepultura a los restos de Lolo acorde con la nueva condición de Siervo de Dios camino de los altares.
El último paso que un proceso de beatificación debe superar es el proceso “super miro” que juzga si, por intercesión del que ha sido declarado Venerable por ej ejercicio heroico de las virtudes, se ha obrado un milagro.
El pasado 19 de diciembre el Santo Padre aprobó como hecho milagroso la curación de Rogelio de Haro Sagra en 1974 por intercesión de Lolo.
Cuando la Iglesia declara Beato a un bautizado, lo propone como modelo de vida cristiana e intercesor en el ámbito local. A partir de ese momento se puede dar culto público al nuevo Beato ante imágenes y también ante sus restos. Venerar las reliquias de un beato o un santo es una manera d de ponernos en contacto con aquel que sabemos que ya está en la gloria celestial de la que esos restos un día también serán partícipes.
Uno de los trámites inmediatamente previos a la ceremonia de beatificación es la preparación de los restos del futuro beato para que puedan recibir culto público. Con autorización de la Sagrada Congregación para las Causas de los Santos se exhuman los restos que son colocados en una urna y se retiran las partes que se estime convenientes para crear reliquias.
De este hecho fuimos testigos el 17 de diciembre en Linares. En el Templo de Santa María se encontraban a las 10 de la mañana el Obispo Mons. Ramón del Hoyo López, el Postulador de la causa Mons. Rafael Higueras Álamo, los miembros del Tribunal Eclesiástico, el Párroco de Santa María, el Arcipreste de Linares y un gran número de fieles entre los que estaban las hermanas del Venerable, Expectación y Lucía así como familiares y miembros de la Asociación de amigos de Lolo.
También estaban presentes el grupo de Médicos y A.T.S. que se encargarían de examinar los restos de Lolo.
Después de entonar “La Virgen Sueña Caminos” comenzó un acto eminentemente jurídico, pero plagado de espiritualidad. Se constituyó el Tribunal encargado de poner en práctica las instrucciones que desde Roma se habían dado para el evento. Se pidió juramento al personal médico y se procedió a extraer el féretro de la fosa sepulcral. Mientras tanto escritos de Lolo eran leídos con emoción.
Se proclamó el pasaje de las bienaventuranzas de San Lucas, mientras el desvencijado féretro se colocaba ante el presbiterio una vez que el Tribunal comprobó que los sellos colocados en 1966 seguían intactos.
En ese momento los restos de Lolo iniciaban su último traslado como restos mortuorios. La comitiva se dirigía a través de la espesa niebla al Monasterio de Carmelitas Descalzas. Allí esperaban las hermanas con todo preparado con sumo cuidado. El féretro fue depositado en un porche del huerto del convento. Cuando todo estaba listo el Juez advirtió a los pocos presentes que no se podía extraer nada del ataúd ni depositar nada en él. Se abrió el ataúd de cinc y comenzó el reconocimiento de los restos. Se aplicó un tratamiento a los huesos con el fin de prolongar su conservación. Fue impresionante comprobar las consecuencias todavía palpables de su enfermedad.
Dña. Mariluz Cruz Páez, Médico responsable del equipo, certificó que los dolores que Lolo sufrió fueron tremendos. Se entregó al postulador el antebrazo y la mano derecha que fueron instrumento de tantos escritos el próximo beato. Con ellos se crearán reliquias que harán presentes su intercesión sobre todo a muchos que como él quieren ser otros Cristos desde el dolor.
Los huesos se repartieron en varias bolsas de lino que luego se depositaron en una urna forrada en damasco rojo. Las Madres Dominicas de Jaén habían bordado en la tapa, junto al nombre de Lolo, el escudo de Acción Católica, un Ave María, unas espigas con uvas y una silla de ruedas.
El Tribunal ultimaba la redacción del Acta mientras a la clausura carmelitana iban llegando los que unas horas antes estaban en Santa María y casi todo el clero de Linares.
El repique de campanas avisaba que ya estaba todo listo. Dos hermanas portaron la urna adamascada hasta la capilla donde esperaban el Obispo y los demás asistentes.
La Comunidad entonaba “Ciudadanos del Cielo”. Se dio lectura al acta que recogía minuciosamente los pasos datos y tras ser firmada fue introducida en la urna junto con los restos. Se procedió a sellar la urna con una cinta de Linares. Estas urna fue colocada dentro de otra de plata que será la que esté expuesta al culto, pero hasta que llegue ese momento, el día de la beatificación, esa urna permanecerá dentro de otra de cristal cerrada con llave que fue depositada en el coro del convento por miembros de la Asociación Amigos de Lolo.
D. Pedro Cámara, Sacerdote amigo de Lolo, proclamó el pasaje de San Lucas
“Dichosos los ojos que ven lo que veis. Os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, y no lo vieron; y oír lo que vosotros oís, y no lo oyeron” (Lc 10, 23-24) El Sr. Obispo terminó dirigiendo unas preces y anunciando que esa mañana daba comienzo su Visitas Pastoral a la Ciudad de Linares y que ponía bajo la intercesión de Lolo la nueva Acción Católica Diocesana cuyos estatutos acababa de firmar.
Emocionados y llenos de gozo abandonábamos el Monasterio con la esperanza de ver pronto esa urna procesionada por las calles de Linares, de nuevo camino de Santa María, para rendirle culto como Beato a Manuel Lozano Garrido.”
Y aquí termina el texto firmado por Don Francisco A. Carrasco Cuadros. Sin embargo, no podemos dejar de poner aquí el capítulo de “Agradecimientos” que viene a continuación aunque tal texto no sea propio, por así decirlo, de Don Francisco. Y es que dice lo siguiente:
«Queremos agradecer de forma muy especial la generosidad de todos los que han colaborado en la exhumación, traslado y tratamiento de los restos mortales de nuestro Venerable Manuel Lozano Garrido.
Al equipo médico, a los donantes de las urnas donde reposan los restos, a las Hermanas que bordaron las telas de las arcas y cedieron su casa para que fuera la de ‘Lolo’, a las empresas y los trabajadores que sacaron el féretro y lo transportaron al convento de las M.M. Carmelitas Descalzas de Linares, a los que abrieron la caja de cinc y después la fundieron.
La generosidad y humildad de todos ellos han sido tan evidentes que siempre los recordaremos como actores y partícipes principales de este acontecimiento único en la historia de nu4estra ciudad. Que Dios les proteja siempre a ellos y a sus familias.»