Ciertamente, cuando Manuel Lozano Garrido escribe este diario, que llama “de abordo”, como queriendo decir que se refiere a su vida misma y a su hacer cotidiano, nos muestra muchos aspectos de su existencia.

Estos días son el germen, además, de una realidad tan importante como es el grupo “Sinaí” de oración por los periodistas y la fijación de una oración como es la del Cristo de un millón de pesetas. Y eso es mucho decir.

Por cierto… es verdad que Lolo escribe alguna vez que su dolor quiere que sea “con escafandra” (que nadie salvo es lo sienta) pero hoy, desarrollando tal idea, nos dice que hay algo más grave que su propio dolor y es que los demás lo sientan.

 

 

Publicado en Vida Nueva, el 2 de mayo de 1959.

DOMINGO

A las diez, Misa de Radio Madrid. En el Ofertorio, conferencia por teléfono; es el cura.

El cura es, para nosotros, don Antonio Castro, tanto como un hermano. Desde que le trasladaron a Jaén, se le han enredado las cosas y ya escribe a través de secretarios. En esto Pérez Lozano va haciendo su escuela. El hombre se nos atrinchera en la oficina, y allí aguanta cartas y visitantes. Yo le digo que se parece a los personajes de Kafka. Bueno, pues el cura, más Kafka que José María. Le encarga las cartas a un redactor, este al jefe de oficina y por fin es un cuarto el que escribe. Y claro, “Muy Sr. Mío…”. Pero hoy se ha desquitado: tres conferencias. La primera: que está aquí el padre Javierre. La localización es difícil, porque su hermano vive en el extrarradio, en unas viviendas aún sin teléfono. Al fin, un buen lego de la Ermita se presta y le trae al aparato. Vendrá a las siete e insiste en que llamemos a don Antonio.

En el entreacto, inyección y repaso de “Ya”. Mientras pincha, Anita cuenta la “última” de su sobrino. Hoy, al ducharle le decía: “Tita, sifón no”. El chavea es “salao”.

En el “Carnet del oyente” leo la Novena Sinfonía. Hora, las once, y son las doce y media. Brrr.

Segunda llamada: el cura, que qué pena, pero que no puede. Le noto serio y raro. Por la tarde, despacho las revistas de la semana y al fin viene el P. Javierre. Nos vemos por primera vez, pero desde el principio cuenta la mutua simpatía y cordialidad. Hablamos de José María, Lola, Helena, “Estría”… Un abrazo de él y concretamos tertulia para este verano.

LUNES

Bueno está el día! La noche, toledana y, por añadidura, tener que acabar con todo lo de “Cruzada”. El caso es que antes yo conocía mi ritmo de escritura y me administraba, pero desde que empecé a dictar y la cosa se dio de maravilla, acepté compromisos y he perdido el concepto de la ponderación. Con “Cruzada”, está vez he cargado la medida. Menos mal que a José María le desagravio con un reportaje más, de la serie de Sacramentos, y en el encargo que esperaba de “Jaén” se limitan a pedir la reproducción de algo. Hale. Quien paga es el libro que lleva quince días abandonado. La fiebre inicial la aproveché para liquidar una cuarta parte. Ahora, en frío, el camino va a ser duro, pero lo fundamental queda trazado.

Lo de “Cruzada” es una encuesta sobre el novio y la novia ideal (Publicamos aquí esa encuesta), ahora que está en auge la primavera. Es curioso, las chicas escriben sobre eso con una rara perfección. Bueno, yo tendría que hacer mis acotaciones a esto de la primavera. Sí, me llegan ya las celindas de las monjas y por la noche hay corros de niñas en la lonja, pero mi cuerpo se niega a ser conejillo de esta pujanza. Todo él se ha desarticulado. Ha sido como pincharle a un globito de feria. Grageas, 1.000 gammas, alérgicos y uno seguirá con la cansera hasta las lluvias de otoño. En la moral me apabulla tanto alarde de fuerza. Confieso, sí, que desde pequeño me sentí capitidisminuido en la estación de las flores. ¿Complejo?, bueno: pero a lo que iba es que mi mayor gratitud se la reservo a la monotonía. Cada mañana ella me sirve en bandeja las cosas y los hechos como son, podados de exaltaciones y de abatimientos en la redonda crudeza de sus límites. Esta precisión, donde más bien me ha hecho es en el conocimiento de la personalidad.

MARTES

No voy a escarmentar con los proyectos. A la noche planes, y al día siguiente más: el mareo, la cabeza, las articulaciones, y uno, ea, a hacer crucigramas. Para hoy pensaba seguir con lo del matrimonio, pero la circulación ha dicho que naranjas de Mao. La noche, en blanco. He ensayado de todo: los corderos, la relajación; concentrarme en un punto, hasta eso de la respiración. Nada. A las cuatro, los ferroviarios ; a las cinco, las obreras que envasan; a las seis, las bicicletas de los mineros. Lo que siento es Lucy, que anoche vino Pepe, nuestro hermano, de Galicia, y como lleva dos meses sin ir al cine, se empeñó en llevarla. Esta mañana, a trabajar, y siempre con la misma dulzura y el prodigio de las manos articulando los miembros inmóviles. Ahora ya sé que hay algo más duro que el huracán del dolor sobre la propia carne: oír el eco de nuestra Cruz en el corazón de los que amamos. La oración es inevitable: “Señor: que yo solo sea el que sufra. Hazme una transferencia de lo suyo”. Pero Dios insinúa, y con razón, que si no caigo en que el gemido de mis piernas o mis manos lo repite El, junto a mí, en el canal de su pecho o en el tormento de las sienes. Lloramos la tortura de un Cristo milenario, pero ¿cuándo aprenderemos a ver coágulos frescos de Dios en las matanzas del Tibet, el escándalo de Rosellini y nuestro trato de molusco para con el prójimo?

MIÉRCOLES

Por fin otro capítulo del libro. Después número las páginas y me encuentro que no abultan tanto. Me gustaría verle engordar por minutos, como un lechoncito.

Hemos estado haciendo números domésticos y resulta que, como siempre, para fin de mes “faltan prendas”. Bueno, Dios hace algunas cosas que le dejan a uno tiritando. Sin saberlo, Pepe ha hecho un extraordinario que es, aproximadamente, lo del déficit.

Después de mucho tiempo, hoy, en la sobremesa, nos hemos reunido cuatro hermanos y dos sobrinos. Nos contamos las cosas de cada hogar y en especial volvimos a los recuerdos. Sobre el tintineo de las cucharillas repicaba una cordialidad antigua, que hasta ahora se empeña en estrangular la geografía. A Rogelio, que se ha dejado bigote, le olimos a tabaco y Flora nos enteró que le había visto con una chica. Envidiable ilusión a la que Dios quiera no falte el conocimiento.

Al “Zángano”, lo ha llamado la futura suegra para que le arregle la llave de la luz. Estuvo muy cortés y ceremoniosa y, como no quiso merendar, le dio una torta y se la metió en el bolsillo. Vino a contármelo y estaba que mordía.

Magdalena me ha enseñado la carta de un “pollo” que le escribe y que… eso. Quiere que le aconseje. ¿Qué le digo? Esto: que es difícil, que todos tenemos bellas ideas y decimos cosas bonitas por escrito, pero que la verdad está en los hechos, en el pronto y en la naturalidad de las personas.

JUEVES

Carta de Lola Güell. (¡Mira que atarme la lengua!). Con permiso de Roma, a Lola yo le he hecho una canonización particular. Cuento con un milagro. Cuando fui a Lourdes se empeñaron en que visitara P.P.C., y ella consiguió el prodigio de meterme en el pasillo de un taxi con cochecito y todo, que es mayor que un Biscuter. Para que no se lo crea, y entre nosotros, yo le daría una buena baza al “abogado del diablo”. Cuando ella escribió el “Diario” nos embarcó en una especie de unidad de enfermos para rezar por la Prensa católica. Bueno, pues capitán Araña. Lo de los grupos ya está en marcha. El primero ha acogido a P.P.C., y somos –éramos- cuatro, porque a Palmira, la antigua administradora de esta Casa la hemos nombrado embajadora en el Cielo. Si al final liquidamos por defunción será porque Dios lo quiere, pero mientras, vamos a intentar un modoso capitalito. Hoy toca escribirle a Angelita ampliándole detalles. A Juanita, que es un tesoro, lo hice hace unos días. De Ángeles son estas cosas: “Apenas si sé lo que es la salud… Vivo esperando. El amor me lo endulza todo…” La verdad es que con estas chicas sé que justificaría mi complejo.

Antonio Navarrete es poeta. Ahora va al Boscán. Y como hombre, es un Potosí. Vive fuera y yo le decía que necesitábamos encontrarnos. Ahora escribe: “Qué más da. Tú ahí, comiendo pan, y yo aquí manzanas ¿y lo bueno que es estar pensando en lo mismo?

VIERNES

A trompicones termino de leer el último Nadal y le hago la crítica. Señor, ¿cuándo podrá uno acercarse al hombre que sale a la palestra con un fruto inteligente, decirle amigablemente donde quebró su intención y que el vea en la crítica una orientación cordial? Lo digo, no por él, sino porque me han enviado un tomo indefendible y estoy seguro de que cuando cumpla con la conciencia van a aparecer intenciones que sería un delito remover.

Sobre mi cabecera está ya la “Dolorosa”, de Paco Baños. Como tonto, me gustan las cosas buenas y tengo, además, en el cuarto, dos modelados de Carulla y Orea. Con sinceridad, rara es la ocasión en que puedo dirigirles una mirada. Mi oración es así una religiosidad sin imágenes. Por necesidad me he acostumbrado y cuando la ocasión llega, casi no veo en ellas, más que una belleza artística o figurativa. Conservo la gratitud de unos momentos, en los que cierta representación llenó plenamente su objetivo de medio de relación con Dios. Ahora no atino con el perfil exacto del Cristo y la Virgen galilea. Me gusta más cerrar los ojos y forzar la idea de su presencia inconcreta, aguzar la mente y el corazón hasta palpar el escalofrío de unos dedos que casi van a rozarnos.

SÁBADO

Hoy ya entro en lo del matrimonio. Me han dejado “La oración ante una imagen industrial”. Pienso que no estaría mal también una “Oración ante el Cristo de un millón de pesetas”.

“VIDA NUEVA”. Se la he visto al cartero cuando subía por la cuestecilla. La faja tarda en romperse. Habría que pensar en una cinta de celofán como en los paquetes “Bisonte”. Primero, claro, la portada y lo de uno; después, los Diarios, los “pies”. “Con ocasión y sin ella”, la carta… bueno, todo. VIDA NUEVA es para mí como una buena “turca” , el dulce que más me agrada.

Y también sábado nuevo. Cierro el Diario a medio día bajo un signo de esperanza. Esta tarde no trabaja Lucy y estaremos juntos. No sé qué haremos; seguramente lo usual, lo de cada día, pero lo importante es esta presencia, que se estira entre puntadas de calcetín y proyectos de artículos.

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