Es verdaderamente hermoso que Lolo le diga a su alma que debe darse cuenta de que el sol nace cada día y que, por eso, su ceguera no la ha de tener muy en cuenta sino, al contrario, sobreponerse a la misma.
El caso es que, en primavera, cuando Manuel Lozano Garrido se asoma a ella, sólo puede apreciar lo bueno que tiene saber que Dios todo lo ha hecho y todo lo mantiene. Y que eso, claro, lo incluye también a él.
Y le escribe Santi. Le gusta la naturaleza y quiere ser naturalista. Y Lolo aprovecha la ocasión para darnos a saber que Dios está ahí, en aquello que ha Creado y la belleza de las cosas que salieron de su mano y de su corazón.
Publicado en la revista Enfermos misioneros, en julio de 1964
Asomado a la primavera
Día 25.- UN RECUERDO
Quiero apuntar que ya concluyó la primera primavera en la que entré con los ojos completamente cerrados, como una de esas maneras con que pintan a la Verdad. Apenas si noto más que la luz, una luz blanca, casi dorada, simple, que para mí tiene ese encanto indefinible de lo que también se va a perder para siempre. Qué hermosa es la luz, qué embriagadora y subyugante es la luz. Por encima de las gafas de sol que uso cuando me hiere, la recojo con ansia y la saboreo lentamente, como hacen con el vino los buenos catadores. Fíjate, hombre en la luz. Acuérdate de la luz. Despiértate bien ahora y métele tu dedo a la mano celeste por el agujero incandescente del sol, para que te quede el recuerdo y la tibieza en las horas en que el telón de los párpados quiera decirte que la luz no existe, que todo es tinieblas.
Día 27.- TINIEBLAS
A propósito de luces y tinieblas, una noticia y una anécdota que vienen al alimón, como moscas atadas por el rabo. En Londres hay un rascacielos desde cuya terraza puede verse el sol incluso durante las horas en que es más espesa la niebla. Subidos a lo alto, es fácil acusar los detalles de un paisaje que abarca los 40 kilómetros. ¿Te das cuenta, alma mía, cómo el sol sale y luce todas las mañanas?
También es hermosa la anécdota. Dos religiosas pasan junto a una niña, que amasa el barro con las manos metidas en un charco. El lodo le salpica por todos sitios y una de las religiosas se acerca para advertirla, pero la pequeña le sale espontáneamente al paso con un ofrecimiento: «¡Oh! ¿Quieres ayudarme? Es que quiero levantar un arco iris…». El dolor ¿es barro? Aunque me salpique por todo el cuerpo, con dolores, yo puedo trazar también una curva de optimismo y esperanza cristiana sobre el cielo de los hombres.
Día 28.- LA ROSA
El rosal de mi hermana, el célebre rosal de tantos sinsabores del invierno, tiene ya la primera rosa. Es una flor intensamente perfumada, que yo capto en toda su magnitud. Ahora llega bien su olor que también sabe a tremendos sacrificios de mujer. Rosa que escalofría en su majestad y en la germinación también del amor de una criatura. Para este minuto de mi terraza ha sido regada en las madrugadas con frío, quitándole incluso preciosos instantes al sueño. Con todo hay más: para que esta flor se cuajara sobre la maceta el sol ha tenido que derrochar toneladas de energía, en alucinantes fenómenos termonucleares. Todo por una rosa, que se corta y se lleva en la solapa lo que apenas da de sí una leve tarde. Todo, mejor, por un alma. Todo, más perfectamente, manipulado por Dios Padre, como una caricia, como una expresión de ternura. ¡Ay, el Dios de las flores y los pájaros! ¡Ay, el Dios también de las almas, de la ternura, la providencia y los dulces presentimientos de felicidad!
Día 30.- MARIPOSAS
Carta de Santi. Que le gustan los bichos, que quiere ser naturalista, que ya ha empezado a hacer una colección y que, como yo conozco a un chico de la sierra, que le mande un montón de tubos de aspirina vacíos y que a ver si se los llena de insectos. ¡Qué majo es Santi! Vino el pasado otoño con un hermano pequeño y los papás. Como mamá esperaba otro y estaba delicada, Santi se despertaba y levantaba temprano al pequeño, se metían en el cuarto de baño y, subiéndolo en una silla para que alcanzase al lavabo, lo aseaba cuidadosamente.
Como Santi se lo merece todo, le escribo a un naturalista, que el hombre viene y empieza a hablarme de bichos. Me trae nada menos que una «Saturnia Pavonia», una mariposa bellísima y de gran tamaño, que tiene la singularidad, de que no vive más que ocho días, en primavera. Lo fantástico es el mundo que este hombre me descubre. En ese lapso de tiempo tan insignificante, el insecto tiene que desarrollar plenamente su misión. Es tan bonito todo lo de la mariposa, que el profesor vive enteramente consagrado a ella. Me dice que la «Saturnia» es capaz de comunicarse con los insectos de la misma especie a través de una distancia de cuatro kilómetros, y que lo hace por medio de un misterioso sistema de ondas, como si tuviese una emisora de radio microscópica. Al final le pido otra mariposa para mí y la voy a poner en mi cuarto, entre dos cristales para que me recuerde el cuidado y la belleza que Dios ha puesto en toda la obra de la Creación, donde el hombre es un rey. Santi, Santi ¡qué bien has elegido! Si tú no rezases ya tan bien, tan generosa y tan confiadamente, la verdad que te diría: «Amiguito, ponte de rodillas, porque, al pisar los umbrales de la Ciencia, donde de verdad entras, es en el santuario de Dios, allí donde Él vive rodeado de hermosura. Te aseguro que dentro de unos años estarás ya ducho en un nuevo modo de rezar: con el microscopio en la mano».
Día 2.- FAENA
En uno de los campos de deportes del parque que hay al lado se juntan los torerillos para ensayar en eso que llaman el toreo de salón. Tienen un carretón con una rueda grande, que empuja uno cualquiera. Encima le ponen una cornamenta y un trozo de corcho para clavar las banderillas. El carretón pasa y repasa y ellos dan lances y más lances; unos pases que adornan barrocamente, con esa meticulosidad que permite la falta de peligro. Por detrás de la casa está también la plaza de toros y ya, en las tardes de domingo, se oye el tremendo rugido del público que se apasiona por la lidia. La verdad del toreo está allí, en el redondel. Los maletillas no hacen ahora sino empezar a darle la cara al destino con ilusión. También ellos tienen su verdad, la noble verdad de su fuerza.
También la vida es así: lidia, rugido, incertidumbre, faena, pero las dificultades tomadas a tiempo, toreadas de salón desde la juventud, lidiadas con la enorme energía que el corazón humano tiene en reserva, vitalizadas con la inyección del espíritu de Dios, pueden llevarnos a esa triunfante vuelta al redondel que es la lucha a cuerpo limpio, la buena faena con la gracia templando a cada momento.
Día 4.- CICLISTA
Mi amigo Pepe R. se retira del ciclismo. Deja sobre los caminos sus buenas lecciones de ejemplaridad y de humor. Cuando empezó a correr vio que era inútil sermonear a los compañeros que se drogaban, pero no desistió de su empeño por sanear moralmente al deporte. Una nueva táctica le dio más resultados. Cuando se enteraba que había «dopados» apretaba los pedales y, desde los altos de los «colls», sonreía a aquellos pobres hombres narcotizados que llevaba de reata.
El humor siempre lo tuvo a la orden del día. Me cuentan que en una carrera, cuando el entrenador se le acercó para darle algo refrescante, él le decía:
-¿Qué me das?
-Limones.
-¿Y para qué quiero eso? Yo lo que necesito son tortas.
Pepe R., hombre, sal de los corazones.
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Manuel Lozano Garrido «Lolo«, fue beatificado el 12 de junio de 2010 y su festividad se celebra el 3 de noviembre. En vida, fue un joven de Acción Católica, mariano, eucarístico, escritor y periodista. Enfermo desde los 22, estuvo 28 años en silla de ruedas y sus 9 últimos, ciego; podríamos presentarlo como «Comunicador de alegría a los jóvenes, desde su invalidez». Llamado ya por muchos como el Santo de la Alegría.
Etiquetas: Revista Enfermos Misioneros