Verdaderamente, el diario de ese enfermo que es Lolo, nos está descubriendo a una persona con una fuerza de voluntad y un espíritu, exactamente, de hierro santo. Y es que en estos días que recoge el Diario de Lolo en cuanto a sus muchos achaques es, exactamente, un ejemplo de diáfano afán de mejora.

Dice Lolo que no sabe de dónde le viene la sensación de seguridad que muestra él mismo en cuanto a su ceguera. Pero estamos seguros que aquí tiene que ver mucho su fe y su capacidad de asumir lo que, para muchos, sería inasumible.

A Lolo le ofrecen la posibilidad de pasar el verano en el campo que es, justamente, lo que él mismo dice acerca de que eso es lo que siempre ha querido. Y Dios, ¡qué menos!, no va a dejar que se quede sin gozar tal ansia.

 

Publicado en la revista Enfermos misioneros, en mayo de 1963

 

Día 21.- RAYA Y SUMA

Cuentan que el emperador Carlos V, cuando se retiró a Yuste, tuvo interés en organizar sus propios funerales y un buen día, todavía en salud, asistió a ellos desde la ventanita de su cuarto, que daba a la iglesia.

Uno, claro, no tiene ni unas migajas de emperador, ni siquiera de alguacil, pero sí puedo decir que algo se me ha extinguido ya por dentro y yo mismo participo de sus exequias. Dicen que cuando operan del estómago se nota el vacío que deja el órgano cuando se tira de él hacia la superficie. Lo que yo siento ahora es como si me hicieran con el corazón lo que esas máquinas que han traído para explanar una zona que urbanizan, que arrancan los árboles de cuajo, como si fuera una mata de habas. Pienso que mi niñez, mi vocación, mi profesión, mis ideales, toda la vida entera, ha venido girando como imantada hacia ese mundo de sorpresas, delicias y ensueños que son el estudio y los libros. Con mi aceptación por delante, me he resistido a esa mutilación trascendente del alma, porque creo que la resignación está más cerca del zumbido de las abejas que rehacen, que de la híbrida e infecunda canción de la cigarra, pero la voluntad de Dios se ha consumado. Replanteada, mi vida, queda así: dos días por semana de lectura, apenas circunscrita a los periódicos; uno de ellos, para el diario dominical; otro, para las revistas semanales. A su vez, hay que ir bastante por encima, quedándose con lo fundamental. Las noticias, para la radio. Es así como puedo mantener el mínimo vital de información que necesita un periodista. El contacto bisemanal me ayuda a velar por la agilidad del estilo. Es cierto que queda todavía un rayo de esperanza: me entero que pronto se va a poner en marcha un sistema de lecturas para ciegos, grabadas en cinta magnetofónica. Ya he escrito y me han prometido atenderme a su debido tiempo. Pero a lo que voy es a que lo más importante de la crisis ha sido ya absorbido con serenidad, sin nervios. Y ahora que puedo hacer balance, ya me alegro.

Lo que voy a decir es una cosa que sólo la entenderían los hombres con gafas de sol, pero del mundo de la ceguera para dentro no se usan las manos crispadas. Yo sé que he tenido que decirle adiós, y con nostalgia, a las novelas de Greene, Bernanos y Bruce Marshal; a los ensayos de Moëller y Guardini; pero me alejo con una evidente sensación de despedida provisional. Es como cuando uno va a un museo y sale con el propósito de volver al día siguiente. Los libros, los cuadros, los paisajes, todo ese mundo que crean sensaciones contemplativas y sentimientos, no es sino un anticipo de gloria. Considero que esperarlos, incluso con la conciencia de una futura superación, no es hacer ejercicios sobre la cuerda floja de la esperanza. Como decía Greene “el Cielo está aquí”, pero profetizado en ellos, dado a saborear reducidamente en ellos, como las muestras de las casas comerciales. A uno se le van esas cosas y no grita, porque, sin saber de dónde ni de quién, se encuentra con una sensación de seguridad. Lo que se nos aparta de los ojos es como el “mete tu dedo en mi mano” de santo Tomás, que uno toca esa mano y ya le queda para siempre el tacto y el recuerdo de ella cuajada de hermosura.

Día 23.- CARTAS INVISIBLES

Me echo a sudar cada vez que le meto mano a la correspondencia. Tengo una carpetilla, donde voy metiendo las cartas por contestar y, cuando la saco y me hago cargo del montón, me entran temblores de muerte. La falta de tiempo me tiene en un callejón sin salida. Si atiendo a las cartas, no puedo trabajar; si escribo artículos, se pudre la correspondencia. Áteme esa mosca por el rabo. Y el caso es que, si me excuso, nadie se lo puede creer. “¡Bah!, una carta se hace en un ratillo…”. Sí, pero ¿dónde está el ratillo?

Hoy me llego a los amigos y les digo que vamos a ver si sacamos del desván y hacemos rendir plenamente a esa telegrafía sin hilos que se llama Cuerpo Místico. Como humanamente no puedo, mi palabra de honor que les voy a escribir todos los días con mi humilde, pero fervorosa oración. Ellos, igual, pero con una diferencia: que sus manos están ágiles y cabe una cartita de vez en cuando. En compensación, les propongo un negocio: como el rato que les quito lo voy a usar en escribir, pues ea, ellos, con su sacrificio, participan de mi apostolado y a ver qué demonio se resiste ahora con nuestro empuje.

Día 26.- COMO EN LAS NOVELAS

Me proponen pasar la temporada de verano en mitad de la sierra, en una casita hecha de troncos y situada en mitad del bosque, con truchas, ciervos y cabras hispánicas casi a la puerta. Ni más ni menos que el sueño de toda una vida, esa dulce quimera añorada leyendo a Zane Grey y sus relatos de colonización del Oeste. Apenas si le he pedido más a la vida que un paisaje, la sombra de un árbol y un amplio techo de estrellas, pero los deseos tienen hora fija de pago y pierden la sal cuando llegan tarde a la cita.

Un minutero con reuma es como la valla que se interpone entre una fuente y los labios resecos. No sé en qué quedará todo esto, pero, “Señor, que no se te olvide esta aspiración de una casita en el bosque, con olor a albahaca y resina, con estampas de corzos y jabalíes, con caña de pescar y zigzagueos de mariposas, con el silencio de una noche sin más luz que la de las estrellas, oyendo al agua, los grillos y el eco múltiple de la arboleda, con un temblor muy vivo en el pecho porque “sobre la bóveda estrellada debe morar un Padre Amante”.

Escribo esto y luego me reprocho lo formalito que me pongo para decirlo; lo que se me olvida es el ángulo de las compensaciones de Dios. “¿Es que alguna vez, ¡mi alma!, se te han quedado a medio llenar las ansias del corazón?” Pues hala, a la sierra, a gozar de una belleza retransmitida, rebozada con el fervor de las descripciones de los que te aman. Lo que de divino se refleja en las cosas embriaga aunque tengan que pasar por un colador. Tú, Señor, garantizas la luz, la gracia y el gozo. “Todos lo seres beben alegría de la Naturaleza”, escribía Beethoven con los oídos tapados a la catarata de esperanza que era su Himno a la Alegría. ¿Es que vas a ser tú la única Cenicienta?

Día 27.- LECCIÓN DE AMOR

Menudo maestro es Dios. Dice que aprendamos una lección y nos pone los sucesos como a Fernando VII le ponían las carambolas. Está claro que para lo que Él se subió a un montículo de Jerusalén es para que notáramos hasta de lejos la bandera de amor que es la Cruz. Con la Cruz y la Redención pasa como con la firma de estampilla, que se lleva a un montón de hojas y en todos sitios está el nombre y los rasgos del autor de la firma. Así es que yo, en carrito, por amor; y Angelita en un sanatorio, por amor; y Diego en casa, con su parálisis progresiva, por amor; y Juanita ahora y cuando la operen; don Ernesto guardando reposo y Ramón con su pulmonía, por amor.

Lo que está más claro que el agua, lo enturbia, sin embargo, el espectáculo de nuestras articulaciones o la fatiga del corazón. Bueno, pues viene Dios, y dice: “No seáis melones (esto no lo dice, pero bien que lo merecemos), y mirad este caso, que para eso tenéis los ojos”. El caso es este: a una madre española se le ha quedado un hijo paralítico. Doña Dolores Gascón, que así se llama, tiene un corazón como la Telefónica, y en él dos ojos espirituales que son como dos estrellas de las más gordas y relucientes. ¿Que qué ha hecho? Por supuesto que consagrarse en alma y vida al zagalejo, pero también adoptar a otro niño poliomielítico y calcar en el hijo de su caridad idénticos mimos que con el fruto de sus entrañas. Ahora, doña Dolores tiene a Cristo vivo y hasta mellizo, incluso de una manera más real que el crucifijo que hay sobre la cama. Y como Cristo es tan “loco” en eso del amor, doña Dolores, hala, a hacer también divinas locuras: su fortuna y todo cuanto le sea posible lo ha puesto en una fundación que cuidará de la educación y readaptación de innumerables niños paralíticos.

Ahí queda eso. ¿Quién tira la piedra de renegar de su Cruz?

Día 30.- VERANO

Ya no hay ruidos en la madrugada, y el sereno no me ha dejado dormir, venga a darle al chuzo en la esquina. Anoche sacaron por fin los ventiladores, y los estuvieron engrasando. Persianas, mosquitos, sudor, gazpacho, radios, borracheras… Ya está aquí el verano con todo su bárbaro galimatías. ¡Atención, amigo! La consigna es ésta: cerrar fuertemente los ojos, confiar y saltar sobre la hoguera. Apenas unos días y ya estarás sobre la apacible orilla del otoño.

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