La contemplación de la Semana que llamamos Santa porque lo es y en ella acontece aquello que ha dado en salvar a la humanidad, es algo que Manuel Lozano Garrido hace y hace más que bien por su gran tino espiritual y profundo.

La contemplación de la Semana que llamamos Santa porque lo es y en ella acontece aquello que ha dado en salvar a la humanidad, es algo que Manuel Lozano Garrido hace y hace más que bien por su gran tino espiritual y profundo.
Resulta de lo más maravilloso leer los artículos que Lolo publicó en su día. Y es que es una forma de adentrarse en su mundo periodístico e intelectual que es, como poco, gigantesco.
El recuerdo del lugar donde uno ha pasado su, lejana infancia, llena los corazones de los ausentes y los une en una especie de hermandad de la distancia.
Lo que nos hace más altos no es la altura sino lo que más ansía Dios de nosotros que no es otra cosa que el amor como considera el Padre que es de importante.
El periodista siembra para que otros recojan la cosecha. Aquellos primeros cinco años de la sección sobre Linares fue fructífera y Lolo lo hace ver.
Nada puede haber peor para un pueblo que olvidar a sus hijos. Pero a Andrés Segovia su Linares natal dejó de olvidarlo y fue su músico bien particular.
Es bien cierto que el ser humano pasa, muchas veces, por situaciones peliagudas (enfermedad, económicas, etc) Sin embargo, siempre le queda la efectividad de una virtud llamada cardinal: la esperanza. Y es que Dios siempre le espera.
A tenor de lo que nos dice Lolo, solo sólo está aquella persona que no tenga sueños o tenga ideales.
Lolo pide perdón a su amigo Paco Baños, que le ha dibujado en más de una ocasión para sus libros, porque cree que tiene poco reconocimiento en su Linares. Y es que, en verdad, nadie es profeta en su tierra.
Frente a los Judas que, a lo largo de los tiempos han ido abusando de su poder se opone el amor y la misericordia del ajusticiado, del pobre, de quien sufre.
El recuerdo tierno a un amigo que se ha ido, a un poeta. Y Lolo le reconoce la virtud de saber ver con los del corazón y el alma.
Este artículo lo escribe Lolo después de la muerte de Pablo Ramírez, otro linarense universal y quien supo mantener su espíritu de niño a lo largo de su vida de adulto en su obra literaria y gráfica.