No haya mejor que preguntar, en un momento determinado de la historia del hombre, acerca de cuestiones fundamentales como para ver qué es de tal tiempo y cómo respira el ser humano.

No haya mejor que preguntar, en un momento determinado de la historia del hombre, acerca de cuestiones fundamentales como para ver qué es de tal tiempo y cómo respira el ser humano.
Es cierto y verdad que aquella parte de nuestro cuerpo que son las manos muchas veces no nos parecen tan importantes como, según nos muestra Lolo, lo son. Creación de Dios, también, con nosotros, y expresión de Su Bondad.
Comprender el sufrimiento y saber llevarlo al plano exacto donde le corresponde estar es cierto que está en el poder de aquellos que reconocen su verdadero sentido.
Comprender la Cruz, tenerla como referencia en la vida del discípulo de Cristo, es lo que debe ansiar todo hijo de Dios.
Ciertamente, aunque los tiempos llamados “fuertes”, como la Cuaresma, se han vivido de forma distinta en determinados momentos, no por eso deja de ser importante la misma.
El periodista nato que hay en el Beato Lolo lo determina a escribir de su profesión de una forma tan cristiana que no puede evitar, ni quiera, que Cristo lo conduzca todo.
Cuando llega el momento en el que un año termina y el siguiente aún no ha dado sus primeros pasos, siempre es conveniente dirigirse a Dios, que nos escucha, para agradecer; sobre todo, agradecer.
Es verdaderamente cierto que los símbolos de la Pasión de Nuestro Señor tiene relación directa con la vida y existencia de sus discípulos.
Es bien cierto que un elemento físico como es la síndone no es, digamos, algo sin importancia sino, al contrario, la prueba de que aquel hombre, Jesucristo, sufrió y entregó su vida por sus hermanos.
Es cierto y verdad que muchas veces hay alientos contrarios a la existencia del sacerdocio pues siempre ha habido, a...
Siempre está bien que se mida, en cierta manera, el cómo del amor entre personas que pueden constituir una familia en su tiempo, en aquel en el que Dios los ha puesto.
Ciertamente, querer tener una imagen del Hijo de Dios, enviado al mundo para que el mundo se salvase, es algo más que un deseo porque es, sobre todo, una añoranza.