Ciertamente, darse cuenta del sufrimiento de Cristo en la Cruz es acabar apreciando que el nuestro, como se dijo, puede completar el Suyo.

Ciertamente, darse cuenta del sufrimiento de Cristo en la Cruz es acabar apreciando que el nuestro, como se dijo, puede completar el Suyo.
Cualquiera podría pensar que el amanecer de un nuevo día es difícil de soportar. Sin embargo, religiosas que dan su vida en tal momento lo tienen por ventura de Dios.
La oración, entendida como la especial relación del hijo con su Padre, Dios Eterno, recoge la fuerza que le llega del Cielo y se la devuelve al Todopoderoso en forma de plegaria fiel y sentida
Acerca del amor que solemos tener las personas, juegan las lágrimas un papel importante porque expresan lo que, de secreto, tiene nuestro corazón.
Cuando se da por amor lo que Dios quiere que se dé por amor se hace todo lo posible para que la falta de compresión sobre la vida religiosa de acabe superando.
Ciertamente, del Árbol, así con mayúscula, de la pobreza bien entendida nace una entrega tan especial como es la de las religiosas de clausura; sus frutos, el amor.
Ciertamente, cuanto alguien tiene fe y la tiene arraigada en su corazón, es más que cierto que obtendrá frutos de la misma o alguien los obtendrá.
La ternura tiene cauces que se expresan a la perfección en la vida entregada de las religiosas de clausura a la que Lolo demuestra conocer más que bien.
La Navidad es momento más que apropiado para recordar a aquellas hermanas nuestras que han decidido gozar de la misma detrás de la tapia de un convento.
El amor, cuando se da al mundo de forma abundante como el caso de los religiosos de clausura, sólo puede ser bien visto por Dios.
Las destinatarias de las Cartas a religiosas escritas por un hombre en sillón de ruedas al pie de la tapia de sus conventos se saben amadas por tal corazón.