Nos imaginamos a Lolo disfrutando de esta entrevista como pocas veces pudo haber disfrutado con otras. Y es que su contenido esencial está relacionado con el “maestro” que era lo que tenía previsto ser en su vida aunque, como sabemos, no pudo ser.

Cuando el Beato Lolo entrevistó a Agustín Serrano de Haro era ya, el mismo, toda una eminencia en su campo. Pero, como hace siempre, consigue que el entrevistado conteste con toda franqueza y nos ilumine sobre el tema del que se está tratando.

Está más que bien que un Inspector educativo como era Serrano de Haro hablara a las claras de las verdaderas necesidades de Jaén que, seguramente, serían entonces las de otros muchos lugares de España. Y lo hace con total libertad para que luego se diga de censuras…

 

 

Publicado en “Cruzada”, en octubre de 1956.

 

ASÍ LO AFIRMA EL INSPECTOR GENERAL DE PRIMERA ENSEÑANZA

“Cuando la familia falla, el maestro tiene que llevarle su influencia” – “La formación social debe ya iniciarse en los años escolares”- “El maestro puede influir sobre el medio rural de un modo radical y definitivo”

“La educación no es otra cosa que una entrega”.

Cuando hace un rato me leía Don Agustín Serrano de Haro este párrafo de su libro en preparación “Hacia una pedagogía del Evangelio”, pensaba yo en el ejemplo vivo de un ideal de generosidad que es su vida.

Éste afán de la primacía, la preferencia y el “récord” que todos llevamos dentro, uno no puede evitarlo cuando está ante un hombre de tantas perspectivas, de tanta actividad brillante como el que por méritos profesionales –personales- ha llegado hasta la alta inspección de la enseñanza primaria. El que le conoce no sabe si quedarse con el maestro vocado a lo rural que empezó ganando seis reales en una nocturna, que cabalga aún con el aire brioso y seguro de las penosas inspecciones montañeras y que, incluso, ha creado un estilo educativo; con el estilista del difícil acceso a los niños, con tiradas de hasta 350.000 ejemplares; o con el periodista de las nobles empresas, con centenares de artículos, que ya a sus dieciocho años hubo de ser encausado por un impulso de justicia. Al final uno tira por el camino fácil del hombre puro, sin accesorios, tan rico de espíritu que desborda y empapa hasta los leves matices del hilo conversacional que es, en definitiva, el motor de la personalidad. Charlar con D. Agustín Serrano, a la vez que una delectación en el difícil arte de dialogar, es como sentirse envuelto por una concesión de afectos de levita, a mí me ha parecido ver una llamita luminosa alrededor del hongo de Don Agustín.

“España es así”, “Yo soy español”, “Guirnaldas de la Historia” y hasta veintitantos títulos, son muchos como para resistirse a iniciar por ahí el diálogo:

-¿Libro más difundido?

-“Hemos visto al Señor”, que apareció hace quince años; treinta y siete ediciones de diez mil ejemplares cada una.

-¿El más logrado, para su gusto?

-Desde el punto de vista literario, quizá “Un regalo de Dios”. No es fácil hacer literatura para niños de seis y siete años enseñándolos, educándolos y recreándolos a la vez

-¿En qué está el secreto de la literatura infantil?

-Este secreto lo es hasta para el que escribe, como acaso ocurre con todas las obras de arte. Hay que conocer la psicología del niño, pero, quizá, también, olvidarla a la hora de escribir. Ser maestro de corazón y tener alma de poeta son, acaso, las dos condiciones esenciales.
Hace unas fechas Don Agustín Serrano ha declarado en el proceso de beatificación del Padre Poveda, a quien conoció y del que siguió la huella en el Guadix natal de nuestro conversador.

– Le requerimos anécdotas y detalles del Fundador.

-Cuanto sé, lo dije en mi libro “La estela de un apóstol”. Allí figura ésta: “Cierta noche obscura pasaba el mártir con sus niños por una zona ensombrecida entonces por la mala fama de los “cueveros”. Inesperadamente, una figura amenazadora salió al paso: “A usted es a quien yo buscaba”. Y ante el asombro general le dio un abrazo. Respecto al proceso diré que se trabaja con toda actividad.

Ahora es el tema pedagógico –la salsa de Don Agustín – el que sale a la palestra.

-¿Cómo concibe al niño?

-Sin filosofías, el niño es el gran tesoro de la humanidad. No concibo cómo los hombres se afanan por cosas triviales y pasan indiferentes ante un niño que vale más que todos los tesoros juntos. Menos aún que se les abandone, “privando” a la sociedad del bien que podrían hacer y exponiéndola al mal de su falta de educación.

-¿En qué está la clave de la educación?

-En el amor.

-¿Qué pide fundamentalmente al maestro?

-Vocación. Sin ella se podrá ser buen funcionario, quizá buen profesor; pero jamás buen maestro.

-Familia y escuela se complementan. ¿Puede el maestro, en caso negativo, ampliar su acción hasta el hogar?

-Se complementan, pero la familia es el fundamento insustituible, especialmente en lo educativo. Cuando la familia falla, el maestro no puede sentirse satisfecho y tiene que llevar su influencia hasta el hogar. En los medios rurales esta influencia tiene mayor trascendencia espiritual y social que la que de modo directo se realiza en la Escuela.

-¿Hasta qué punto puede influir el maestro sobre el ambiente rural?

-De un modo profundo, radical y definitivo. Incluso más que el sacerdote, porque éste sólo ofrece bienes espirituales, pero el maestro brinda perspectivas luminosas para el porvenir de los hijos. Pero esta influencia sólo calará si el maestro es de auténtica categoría espiritual. Para maestro rural no sirve cualquiera. Una de las cosas más grandes, difíciles y hermosas es ser educador en los medios rurales.

-¿Suele abrirse el campesino a las iniciativas que le benefician?

-De un modo espléndido. En contacto con quienes van a hacerle el bien, sus recelos se convierten en verdaderos derroches de generosidad. Yo aseguro que el auténtico apóstol –educador, sacerdote – en la ciudad encontrará más o menos resistencia, pero en el campo cosechará frutos ubérrimos.

-Lo social es la preocupación dominante de nuestro tiempo. ¿Podría contribuir el maestro a una formación inicial?

-Evidentemente, y mal maestro será el que no ponga ésta entre sus grandes preocupaciones. En este sentido su labor no debe ceñirse a la escuela y a la convivencia, sino que ha de ir preparándolos para actuar noble y valientemente en el mundo.

-¿Cómo responde la juventud actual a la llamada del Magisterio?

-De un modo deficiente. En las Escuelas del Magisterio no hay toda la matrícula, sobre todo masculina, que fuera de desear, y no todos acuden por vocación. Las recientes mejoras, el incremento del Profesorado de las Escuelas y el creciente prestigio de la profesión, es de esperar que incrementen el número. En muchas provincias el aumento es ya muy sensible.

-La provincia de Jaén tiene un alto porcentaje de analfabetos. ¿Conoce iniciativas de resultados extraordinarios en casos semejantes?

-La lucha contra el analfabetismo se ha intensificado en España tan notablemente que yo creo que, no obstante negligencias lamentables, dentro de unos años quedarán muy pocos analfabetos. El problema tiene dos facetas: que no se produzcan más, lo que puede conseguirse cumpliendo las leyes de asistencia escolar, y que se “alfabeticen” los que no fueron a la Escuela o lo hicieron tan intermitentemente que no llegaron a adquirir la cultura más elemental. A éstos se dirigen especialmente las “Campañas contra el analfabetismo”, en las que ocupan lugar preferente las sierras del Santo Reino. La provincia de Jaén necesita aún muchas más Escuelas. Hasta aquí fue difícil crearlas por falta de edificaciones escolares, pero el obstáculo va a quedar resuelto en plazo breve, apenas empiece a ejecutarse el vastísimo plan de construcciones escolares para el que las Cortes han autorizado una emisión especial de la Deuda por 1.500 millones de pesetas.

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