Publicación original: Boletín Asociación Amigos de Lolo nº 53 de junio de 2007 con palabras de José María Pérez Lozano, amigo de Lolo (En la imagen de arriba).
Hoy reproducimos no un artículo ni un poema referidos a Lolo sino una entrevista que hace años se le hizo a su amigo José María Pérez Lozano. Y lo hacemos, también, porque admiramos mucho la obra escrita de este su y, nuestro, amigo.
En las palabras que van a leer ustedes debajo de esto se nota y percibe a un Pérez Lozano admirador hasta la médula de Lolo. A su parecer, la influencia del linarense en su vida y en la de su familia fue verdaderamente esencial.
No es poca cosa que alguien como Pérez Lozano (que comparte el apellido con Lolo) diga lo que dice de nuestro amigo. Y es que se nota que le sale del corazón y, como dice la escritura santa, del corazón salen muchas realidades… y aquí las más que buenas.
(Reproducción de una entrevista que se hizo el año 1.969 a José María Pérez Lozano, escritor, periodista y amigo íntimo de «Lolo»)
José María Pérez Lozano es sobradamente conocido como escritor, periodista, crítico, conferenciante … Fue director de «Vida Nueva» y «Libros y discos»; uno de los fundadores de P.P.C (Prensa Popular Católica); profesor de la Escuela de Periodismo de la Iglesia. Dirige en TVE los programas «Música -3» e «Imagen y sonido». Crítico y conferenciante de cine; redactor de «Ya». Como escritor ha publicado «Las campanas tocan solas», «Un católico va de cine», «Dios tiene una O», «Cine Forum», «Domund de todo el año», «Diario de un padre de familia» y «Los muchachos».
– ¿Cuándo y cómo conoció a «Lolo»?
– Ni lo sé. Quizá conocí a «Lolo» de siempre. Quizá en una vida preuterina. Quizá en el barro donde ambos esperábamos, antes de que yo fuera hombre y de que él fuera ángel. Quizá en el ansia que uno tenía de encontrar el testimonio. Quizá en la oscuridad mía que estaba ansiosa de luces. ¿Cómo decirlo? Yo un día escribí una novela-«Las campanas tocan solas»- donde imaginé a un ángel que guardaba a un violento. Tiberio y Anarkos. Creo que, de siempre, pensé en mí como Anarkos y en «Lolo» como mi ángel; nadie, jamás, me ha hecho tanto bien, a mí y a los míos. Nunca nadie nos levantó el corazón de tanta puerca miseria para hacernos ver que la santidad es ser gigante con diecisiete glóbulos rojos. Supongo que el primer contacto fue en «Signo». Lolo había sido un formidable militante de la Juventud de A.C. Yo era redactor de «Signo» y luego redactor jefe; a «Signo» escribía Lolo. Me acuerdo que todo lo suyo era largo y me fastidiaba tener que cortarle. Luego vi que lo largo y ancho y profundo era Lolo. Que Lolo se desbordaba porque tenía tanto que dar…. Nunca, jamás, un hombre tan pobre fue tan rico.
– ¿Qué piensa de su obra literaria?
– Ah, ¿pero es una obra literaria? La literatura es un sustituto de la vida. La imagina, la sueña y la parodia. Lo que Lolo escribe no es literatura. Es él, nos da. ¿Qué mejor elogio de una «literatura» que decir que no lo es, sino que es vida? Lolo es un escritor existencial y esencial. Todo lo suyo carece de pose, de vanidad y de camelo José Cela. Lolo nos está pariendo, a los pobres hombres, todos los momentos del día.
-¿Qué opina de sus valores humanos?
Bueno, pues, también discrepo de la pregunta. Porque Lolo no es humano. Si fuese humano ya se habría muerto. Es, sí, un poco humano, lo bastante como para que sintamos compasión de nosotros mismos, y no solo lástima, sino también certeza de que «podemos-ser-como». Lolo es ángel para todos nosotros. Y el ángel es, siempre, el gallo de la aurora.
-¿Cree que su persona, o su obra, justifican el homenaje que Linares va a rendirle?
– A mí lo del homenaje me parece bien. Supongo que a Lolo le gusta, en el fondo, porque hasta los ángeles quieren ser advertidos y por eso brillan en la oscuridad y dicen «Dios te salve». Un homenaje a Lolo es algo que va mucho más allá de la justicia o la injusticia. Decir que es de día no es un homenaje a la luz. Es, simple, torpemente, reconocer que la luz está y no que la luz sea hermosa. Quizá, solo, que somos lo bastante «hermosos» como para saber que existe la luz y que la vemos.
-¿Ha dejado en Vd. alguna huella especial su contacto con él?
– Dios mío, huellas. ¡Todo!
-¿Qué sugerencias haría para el mencionado homenaje?
– Trompetas. Trompetas y clarines. Y arpas. Y von Barajan para dirigir la sinfonía de Manuel Lozano Garrido. Y silencio. ¡Son tan hermosos los recuerdos de mis silencios sentado en el suelo, a los pies de Lolo, en su cuarto! Él ya no puede ver los alhelíes de Lucy. Pero tiene suerte: tampoco ve la horrible chimenea que tiene enfrente. Él, Lolo, pregunta y pregunta: un millón de cosas. A mí me dan ganas de decirle que cese en su formidable ansia de saber cosas, de enterarse de cosas, para decirle solo: «Lolo. cállate, que estoy muy a gusto en silencio, sentado a tus pies, como un chaval de la calle que entró en la casa de María y solo quiere estar allí». Solo.