Publicación original: Boletín Asociación Amigos de Lolo nº32, marzo de 2002 por Gonzalo Fausto (en la imagen), periodista

Como bien sabemos sus amigos e, incluso, los que lo conocen poco o menos, si Manuel Lozano Garrido era conocido por algo era por su faceta de escritor más que conocida en su tiempo.

Que Lolo tuviera tantos amigos nos facilita mucho las cosas porque, como en el caso del artículo de hoy, vemos a nuestro amigo en el mundo de la radio donde también hizo, por así decirlo, sus pinitos.

Es cierto y verdad que Lolo era todo un dechado de virtudes y la que hoy nos trae don Gonzalo Fausto lo muestra a la perfección.

«Las cosas están hechas para ser contadas» (Homero)

Manuel Lozano Garrido, «Lolo» para los afortunados que le conocimos, un periodista camino de los altares. Ya ha obrado milagro. En estos días se escribe mucho de su vida y su obra.

Creo que se olvida involuntariamente una faceta más que adorna su santa trayectoria por este mundo Sus trabajos para la Radio. Y el que esto firma tuvo la inmensa dicha de ser colaborador suyo cuando escribíamos guiones radiofónicos con destino a un programa religioso que se emitía por la emisora Radio Linares, donde el autor de estas líneas era locutor-delegado, máximo responsable.

Debían ser allá por los años primeros de la década de los 50, aproximadamente. Ahora, en mi vejez, evoco aquellos momentos. Vivía en una casa modesta, en el piso alto. Allí subía y me encontraba con «Lolo», que aún tenía luz en sus ojos y que hasta podía escribir en un ingenioso artilugio formado por un tablero unas cuerdas que le ayudaban a sostener el lápiz y así lograr escribir renglones con su prosa llena de ternura, amor, ejemplaridad y santidad.

Y su pensamiento, su mensaje católico se difundía por las ondas.

Bien merece la pena vivir en Linares por el hecho de haber conocido a aquel santo «Lolo». Ahora le pido a Dios me de salud y fuerza para -cuando Dios lo quiera- viajar a Roma y asistir en el Vaticano a su proclamación de santo.

Maestro de la literatura de la espiritualidad. Ejemplo para todos. Resignación cristiana y ejemplar de cómo supo llevar la cruz de su enfermedad.

Han pasado muchos años. Jamás lo he olvidado y cada día rezo por él Yo, por aquellos años, era un joven pletórico de salud, ilusiones y ganas de trabajar. Dios quiso ponerme delante de «Lolo» y me causó una impresión tal que cambió la vida, mi alocada vida, y me hizo pensar que en este mundo se puede uno encontrar con todo un santo. Amén.

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