La hermandad de Los Estudiantes salió a las calles con ganas, en la que supuso la primera estación de penitencia con la nueva talla del Cristo de la Buena Muerte. Acompañada por la Virgen de la Consolación, desafiaron al tiempo y recorrieron la ciudad ante la emocionada mirada de los vecinos que se agolpaban en sus rincones.
A las seis en punto de la tarde, la puerta trasera de la iglesia de San José abrió sus puertas ante la atenta mirada de los vecinos que se agolpaban en la estrecha calle. La Banda Salesiana del Santísimo Cristo de la Buena Muerte abrió el cortejo del Miércoles Santo, tras lo que llegó uno de los momentos más emocionantes y esperados de la Semana Santa: la salida de la nueva talla del Cristo, obra del imaginero sevillano Álvarez Duarte, que el año pasado no pudo procesionar por el riesgo de precipitaciones.
El paso de Misterio cruzó el umbral entre aplausos, y acompañado por los sones de la Banda de Cornetas y Tambores Nuestra Señora del Rosario, que marcó su forma de andar durante la estación de penitencia, a través de la cuadrilla de hermanos costaleros, comandado por el capataz Agustín López y su equipo de auxiliares.
Además, como la hermandad está unida a la causa del beato Manuel Lozano Garrido, “Lolo”, el paso de misterio portó, en la parte delantera, una de sus reliquias.
Nada más salir la imagen del Cristo, en las puertas del convento de las hermanas de la Consolación, se celebró el tradicional acto estudiantil, que este año corrió a cargo del Colegio Público Jaén. Vestida de mantilla, María de los Ángeles Hergueta, miembro del equipo directivo, fue la encargada de leer el manifiesto: “Te espera una ciudad entera. Una ciudad ansiosa por conocer tu imagen tras dos años de larga espera. Una ciudad que en sus entrañas también sufre como lo hiciste tú, y cuyos habitantes anhelamos una situación más propicia para salir de la profunda sima en la que nos encontramos en estos tiempos turbulentos”, fueron las primeras palabras del documento. También pidió que sean sus palabras, las del Cristo de la Buena Muerte, la que guíen a la comunidad educativa en sus acciones, y que sus enseñanzas sean las que inspiren cada una de sus decisiones.
“Maestro. El apelativo con el que tu discípulos te llamaban. Que palabra tan rotunda, con cuanta responsabilidad y sin embargo que honor más grande ostentarla. A ti te costó la vida”, continuó el manifiesto.
Una vez que le dio lectura, el libro en el que iba impreso, junto a una rosa roja, se ubicaron en el paso de Misterio, que continuó su estación de penitencia y dejó paso a la salida de Nuestra Señora de la Consolación. Una imagen reciente, que inspira devoción entre muchos linarenses, y que durante su recorrido lució una nueva corona, diseñada y elaborada por Juan Angulo, orfebre de la localidad cordobesa de Lucena. Una corona de alpaca plateada, que fue donada por la familia Gámez-Villa.
Otras de las novedades que presentó la hermandad fueron los cirios que, por primera vez, portaron los nazarenos para acompañar a sus Titulares, el cambio en el color de la cera de los candelabros de guardabrisas en el paso de Cristo, que fue de color granate, o que los diputados de tramo gobernaron con palermos. Durante su discurrir no faltaron las saetas, una de las principales señas de identidad de la ciudad, en determinados puntos del recorrido y de manos de reconocidos cantaores. Entre ellos, Andrés Susí, que fue el ganador del segundo premio del Concurso de Saetas Manuel García Ramírez “Niño de la Paz”, organizado por Antonio del Arco. Una estación de penitencia histórica, que seguro quedará en la retina de muchos.
Mariela Soriano/Linares