Es verdad que la crónica de siete días puede hacerse de una forma o de otra pues en el mundo muchas cosas acaecen en cada una de las veinticuatro horas que componen cada uno de tales días.

Ya podemos imaginar que Lolo no iba a hacer una crónica de esos días en la que no apareciera la persona y la imagen de Cristo. Y eso es lo que hace en este artículo, bueno donde los haya, donde el Hijo guía cada día pues su presencia no dejó de estar hace más de dos mil años sino que está presente ahora mismo y cuando Manuel escribió esto… también.

Cristo en la Cruz o Cristo en las calles. En todo momento, la persona del Hijo de Dios nos llama a darnos cuenta de que en cada cosa que pasa podemos encontrar su huella. Y en estos siete días, de martes a lunes (pues siete son) se ve eso con una claridad más que meridiana.

Gocen, pues, con este artículo, porque Lolo, si es eso posible, se ha superado a sí mismo.

 

 

Publicado en la revista Vida Nueva, de abril de 1965

MARTES, 13

Evangelio núm. 5

Después de permanecer cuatro meses, ha salido de su cueva, situada a 100 metros de profundad, en el macizo de Daudibergues, el espeleólogo francés Antoine Sennis.

El teléfono, que me toca la “Memoria de siete días”, a mí, a quien está ocurriendo algo por el estilo que al profesor Sennis.

Salgo de la incubadora en que estoy metido desde hace siete meses, y la noticia irrumpe por todas partes, vital y reveladora. Hay en todo esto un algo muy vivo y caliente, como si tuviera el dedo puesto sobre la vena de un hombre.

Y es que la noticia es como un fantástico encuentro con lo mejor, lo más hondo y lo más sincero de las criaturas (lo que interesa es su contenido humano. Con el hombre nos será fácil rehacerlo todo); me acuerdo de aquel padre que, para quitarse de encima a su niño y entretenerlo, le dio un mapa que había hecho pedazos. Con gran sorpresa suya el chaval volvió al rato con toda la geografía muy ajustada. -“¿Y cómo lo hiciste?”. -“Es que, papá, el mapa tenía pintada por detrás la figura de un hombre, y no he tenido más que rehacer el dibujo.”

Las noticias que hoy poseo son de las que vienen sin clave, con su nube o su esperanza. ¿Qué quedará en mí, más tarde, cuando todas ellas se hayan decantado? Las miro por un momento e, inesperadamente, algo se planta delante de mis ojos que me ayuda a verlo todo como si estuviera iluminado por dentro. El suceso de los sucesos tiene hoy por protagonista a un Hombre en la Cruz. Son estos siete días en los que Dios es teletipo y sustancia del Calvario, con tal intensidad, que queda para fórmula y mensaje de los 365 días. (¿Por qué nos refugiamos en el escape de la prisa, teniendo tan a mano esa fraseología de Dios, que es el alma de los sucesos?) ¿Es que, de hecho, si se tiene fe, no es realmente la noticia como un Quinto Evangelio con Cristo todavía pasando por el mundo de los acontecimientos como parábolas y redimiéndonos o glorificándonos en el dolor y la esperanza de los hombres?

MIÉRCOLES, 14

“DIOS” SE ESCRIBE CON ESTRELLA

El Madrid, campeón de Europa. Banderas soviéticas en el Fiesta Alegre, como antes las españolas en la cancha de Moscú. El vilipendiado deporte, lo único que hoy puede con los telones y murallas.

Noticia “bomba”, no obstante, esa a la que los periódicos franceses empiezan a llamar la “más sensacional del siglo” es la de los científicos rusos que dicen confirmar la existencia de una civilización superior en un astro muy remoto, el CCA-102. (Potencia de las emisiones, según Monte Palomar: cien millones más que la radiante del sol.)

Es curioso los remisos que son los soviéticos a cosas que rozan la espiritualidad para, en cambio, lanzarse a las más alegres fantasías. El “tiene ojos y no ven” venda previamente las pupilas ateas. (Toda una antología de confesiones incrédulas queda sembrada en la estela de sus cohetes.) El astronauta Titov, por ejemplo, dijo un día: “he encontrado el cielo vacío de Dios y de los santos.” Y todo un académico moscovita se atrevió a estampar en las planas de una publicación: “La única cosa que los instrumentos inteligentes de los “sputniks” no han registrado es algún indicio que pruebe la existencia de Dios.”

A uno, sin embargo, desde su fe y su entusiasmo por la ciencia, noticias como ésta le tiran de las rodillas con una profunda reverencia. Lo que los “sputniks” y los “discoover” escriben en el cielo, aun sin pretenderlo, no es más que el más gallardo himno a la Providencia.

El mundo está regido por una constante de esperanza, con Dios sobre nosotros y su glorioso panecillo de cada día, prometido a todo hombre. Lo que falla es nuestro egoísmo. La Humanidad tiene hambre y experimenta un ritmo de crecimiento que alarma a los malthusianos, pero el café se tira a los mares o el trigo se quema, y hay regiones del planeta radicalmente despobladas. (Aun con los recursos actuales, la tierra puede alimentar a más del doble de su población. Los nuevos horizontes de alimentación industrial son asombrosos.) Dios no falla; quien chaquetea somos nosotros, el eterno “yo” egoísta. Una palabra “padre”, se estampa en el ámbito de la tierra. Sus hermosos atributos se escriben también con tinta de luceros, pero hace falta no tener cataratas. Jacqueline Cochren, campeona del mundo en avión a reacción, nos ha dejado este testimonio: “Allá arriba, a 15000 metros, los humanos desaparecen, y entonces, delante del orden divino de todas las cosas, se siente de pronto que Dios está por todas partes, velando por su creación y realizando sus milagros.”

JUEVES, 15

“CORAZÓN”

“Corderito”, que lleva varios años casado y sin hijos, es chofer y vive siempre con una enorme ilusión de algún día tener uno. De médico, y nada. Al fin el hombre da el paso de solicitarlo de la Maternidad. Papeleo, porque estas cosas hay que hacerlas muy bien, y esperar, mucho esperar. Un día lo que viene es el aprobado del expediente de crisis de su fábrica, y a “Corderito”, como a 500 compañeros más, le dan un papel y le indican el camino de la Bolsa del Paro. La cabeza casi se le hunde entre los hombros cuando entra en su casa. La mujer le sale al paso con otro papel, y resuelta que viene de la Maternidad: que sí, que hay un niño abandonado y que todo está dispuesto para prohijarle. Pero “Corderito”, ahora, con su horizonte oscuro, vacila por la mujer. Se lo dice tartamudeando, y ella le interrumpe ardorosamente: “¿Y lo dudas? ¿Tampoco vales, que no te reconoces reaños para darle de comer a esa criaturita?”

Hoy, el cielo tiene un color de alianza gastada. Todo es de oro, porque todo a su vez transpira amor. Es el gran día de la Ternura. El mundo, en este día, como un enorme corazón. Dios, también, como una hogaza, grande, dorado, corruscante, con las entrañas tan esponjosas como un panecillo de Viena. Y tu Palabra, Cristo, es hoy, a su vez de Ternura; ésa maravillosa, que habla de Madre y de hijos. Quedarnos aquí, hoy, ese sí que sería un hermoso Tabor (con una tienda para Ti, otra para ella y una última, en la que viviríamos nosotros cariñosamente, el mismo espíritu de generosidad que el chofer “Corderito”.)

VIERNES, 16

ROBO

Esta es la absoluta mañana del silencio. Vivo en las afueras, y toda la barriada se ha ido hacia el centro de la ciudad buscando la procesión del Nazareno, que está en la calle. Cualquier ruido, por pequeño que sea, se eleva hoy en un sincero remordimiento. Estoy en la terraza, casi a las doce, a una hora en que, Señor, pienso debería de ser también aquella otra de tu despojo. Ya, Cristo, estás casi desnudo del todo, para que no queden equivocaciones. Sangre y costillas al viento, nada más. No te queda otra cosa que el corazón, y dentro de un rato te harán una raja que ha de ponerlo a mano de cualquier raterillo.

Hoy, Señor, yo también ante Ti, con una mano de rapiña. Estás sólo, tremendamente abandonado, como Tú mismo lo dices en la palabra del día, sin guardaespaldas (y lo que yo te haga, sea lo que sea, ha de quedar también impune). Seguro que si me acerco y te robo, nadie me lleva a la comisaria.

Y mira: lo primero que hago es aprovechar la oportunidad y hacerme de tu corazón. ¿Qué para qué quiero el corazón de alguien que entra en agonía? Es que, mira, te ve uno así por nosotros, y el nuestro sí que se siente de muerto, tan de pulga. ¡Te venimos pidiendo siempre tantas cosas!… Pero Tú, Señor, no atiendes otra petición que la de agrandarnos el pecho. Fíjate en la civilización de nuestra hora; la de los hombres con cabeza de elefante y corazón de tortuga. Y en realidad lo que únicamente vale es el Amor.

SÁBADO, 17

JUVENTUD

Cien personas se han inscrito en Alemania como Voluntarios de la Paz. Marcharan a Tanzania (África) y a Afganistán.

La juventud de hoy, ¿es mejor o peor que la de otros tiempos? Nos ciega tanto sensacionalismo de “blousons-noirs” cuando la verdad es que la eterna generosidad de la juventud está llegando a límites escalofriantes. Los chicos no son buenos solamente por como mueren en los campos de batalla. Vale más cuando se queman, como los innumerables “Tom-dooleys”, en los quirófanos y las escuelas de Laos, el Congo o Bolivia. Ellos responden siempre, hasta para la muerte, pero hay que saberlo convocar. No hay un día que no marche un grupo a países subdesarrollados. ¡Y qué formidable es esa estampa de una juventud casi vestida de gris y podada de himnos, pero con esa rama de olivo sobre el corazón, que es el servicio a los hombres!

DOMINGO,18

ESPERANZA

Cohetes y tambores. En las radios, la “Despeinada” o la “Yenka”. En la calle, unos niños deletrean el mensaje, jugando con los tapones de cerveza:“ Ya ha resultado- el que ayer murió…”

Todo está como sorbido desde el cielo. Las campanas que tocan, ¿vienen de la torre o suenan por dentro? Son ya 22 años los que llevo sin salir a la calle, pero hay un algo secreto que tira de mí hacia las escaleras. Hoy me gustaría correr, dar saltos, cantar, pero, sobre todo, ir en busca de la gente para echarles los brazos por los hombros y decirles que todo lo restaura el don del Cristo resucitado.

Pienso que salgo, por fin, y me doy con el primer hombre. Me cuenta que tiene úlcera, canas o sobretarea en la oficina. Y yo le digo: “Anda y no pienses ahora en el bicarbonato, porque un día Cristo restablecerá tu cuerpo y ya mismo te brinda la paz.”

Y así a todos. Los sufrimientos y las agonías del mundo tienen un seguro de cicatrización desde el Cristo que se levanta a la tercera fecha de su agonía. Todos, a su vez, resucitaremos. Cristo tiene hoy tres mil millones de regalos de esperanza, uno por cada una de las criaturas que componen el mundo, pero la esperanza posee una exigencia: la generosidad.

Ser generoso es dejar que a uno le atraviesen las manos, los pies y el costado por los demás. Es el precio de nuestra gloria…

Cristo no conoció los cohetes espaciales, pero no hay salto de civilización como el que quiso dejarnos. Su marcha de Alabama estuvo en el amor de los gentiles; su ayuda a los países subdesarrollados, en el reparto del pan y los peces; su Euratón y Mercado Común o su Lucha contra el Cáncer, en la cura de ciegos y sordos; su fórmula, en fin, de progreso, en el Misterio de la Resurrección, que nos deja también para que vayamos dosificando en el quehacer de un siglo con dos equis.

LUNES, 19

PERIODISTAS

En la radio sigue la encuesta “¿Qué haría usted por Madrid?” Aquí, distante, en los pueblos, el periodista, también con su hermosa envidia de encauzar hacia lo alto todo lo bueno que late o se escucha a su alrededor.

Los que pueden oír, tras la fachada de los edificios de piedra y las emisoras o los periódicos provincianos, con su vacío de una conversación llamada a edificar. El aire de la calle, así, sorbiéndolos todos y envenenándonos por dentro, y el periodista, el hombre puente, reducido tan sólo a especular sobre el folklore de la Semana Santa. Si escribe que se ha roto una bombilla, el director del periódico le hace en las cuartillas una equis, porque el diario lo sacan adelante las subvenciones de las alcaldías. En tus manos, Señor, encomendamos este noble espíritu y esa hermosa aspiración de verdad.

Compartir:

Etiquetas:
Accesibilidad