Resulta evidente que el tema relacionado con el dolor y el sufrimiento no le era ajeno a Lolo. Es más, si hay alguien que represente a la perfección quien eso pasa era, precisamente, Manuel Lozano Garrido.
De todas formas, nada de nada iba a conseguir que nuestro amigo se viniera abajo. Por eso este artículo resulta tan especial: está dirigido a los corazones de las personas sanas (por lo que se busca en la “Operación Cirineos”) pero, sobre todo, da al mismo centro del sufrimiento y del dolor.
Este tipo de acciones sociales en beneficio de quienes más sufren dentro de nuestras ciudades y pueblos sólo pudo estar bendecida por Dios y, estamos seguros, muchas personas sufrientes debieron darse cuenta del aliento espiritual de sus hermanos.
Publicado en la revista Signo, el 2 de junio de 1962
Una criatura, de espaldas, camina dolorosamente apoyándose sobre un hombre que le ofrece su brazo con generosidad. Los dos marchan con lentitud y se alejan sobre las líneas y señales del plano de una ciudad. Debajo hay un letrero que dice: “Buscamos a los que quieran aligerar la Cruz de los que sufren con un ideal misionero”. Se trata de la “Operación-Cirineo”, y aquellos dos personajes son sus protagonistas.
TESTIGOS DE HOY
Sobre la mesa hay una sorprendente baraja de cartas postales. Tomo una y os brindo la baza de esta vida al sol tibio de Mallorca, entre el aire salino y dorado, como una flor más de la ancha rosaleda junto al mar. La escribe una chica que remansa su juventud sobre un sillón de ruedas. En sus manos un día estuvo la vocación y la fiebre de la pintura. Sus ojos -¿sabéis lo que son los ojos para una criatura que sueña con los paisajes y los colores?- tienen ahora un tinte nublado. Esta mujer escribe, y yo os lo copio, con el matasellos reciente todavía.
“La verdadera felicidad se encuentra en la aceptación de la voluntad de Dios. Si lo hacemos así, la cruz pierde para nosotros su aspereza y amargura porque fue antes bañada por la Sangre de Cristo.”
Tomo otra carta. Son unas cuartillas que han sido escritas “en equipo” por cuatro hermanos, tres chicas y un muchacho que padecen una parálisis progresiva. Sus edades oscilan entre los dieciséis años y los veintiocho. Y dicen:
“Nuestra enfermedad ha servido para ponernos de relieve que existe ternura y amor entre los hombres. Bien venido dolor, porque nos traes la esperanza. La vida quieta de un enfermo y la activa de un apóstol están relacionadas en el cuerpo Místico de la Iglesia. El saberse incorporado a la obra redentora del mundo es la gran alegría del enfermo católico.”
La tercera ha sido escrita sobre las sábanas y la perfila un hombre que lleva veintiún años inmovilizado, con sus ojos siempre fijos en el techo. Sus días tienen el hermoso giro de una quietud dinámica. Dice:
“Mi vida no tiene nada de gris, he llenado totalmente mis horas. El catolicismo da una trascendencia al dolor en la salvación del mundo y otras grandes empresas apostólicas.”
Escriben también del Moncayo. Alguien que “apenas si supo lo que es la salud”, que entró con trenzas de niña en la cama de un sanatorio, allá por 1939, y ahora es una mujer de cara al dictamen oscuro de la ciencia. La escribe lenta y conscientemente:
“Vivo siempre esperando. Un día u otro, Él ha de venir y le aguardo con el corazón que estalla de alegría. Apenas si sufro en medio de mis grandes padecimientos, porque a mí el Amor me lo endulza todo.”
ORO ALREDEDOR
En España viven 80.000 personas que a cada momento escriben cartas como esas. A partir de ahora vamos a entrar en el ángulo de las cifras colectivas, pero os ruego no dejéis de ponerle a cada número el calor y la dulzura del “caso” que conozcáis. Ni uno de estos hermanos ponen un ápice menos de fe y de trascendencia a sus pensamientos y a sus actos. Desde vuestras calles con anuncios luminosos, desde la hermosa fraternidad de los amigos, las tertulias o los paseos, desde el tiro al ángulo de vuestros pies en un campo de juego, pensad en estas criaturas que han de mirar siempre por detrás de los cristales: que viven horas en el “esforzado” silencio de unas habitaciones vacías, que tienen siempre las manos quietas y unos pies que no tocan el suelo desde hace muchos años. Seguid, amigos, con vuestra alegría, con vuestra sana alegría, pero aprended desde ahora a valorar el gesto de 80.000 personas que viven siempre así y, sin embargo, remontan cada mañana el declive de su cuerpo para pronunciar estas palabras de ofrenda: “Señor; acepto mis dolores como venidos de tu mano y los ofrezco por la salvación de los hombres y la expansión misionera de la Iglesia.”
Los seres que se agotan en las avanzadillas de las junglas, las mujeres que se doblan sobre las camitas de los orfelinatos, tu lucha con el amigo que tropieza y está a punto de derrumbarse figura en esas palmas que se abren ante Dios. La Iglesia, de la que vosotros sois parte, avanza a punta de dolor de los que sufren. Sus fronteras se dilatan sobre los 80.000 corazones, que unen y agigantan su dolor en el propio sufrimiento de Cristo. Esos 80.000 hombres y mujeres son el alma de la Unión de Enfermos Misioneros, una obra que se tiende sobre toda la geografía española como una tela de araña con eje en las ansias redentoras de Dios. 21.965 hospitalizados, 6.980 en residencias sanatoriales, 15.124 que se aúnan en grupos locales, 13.697 desde sus cuartos hogareños, 17.198 ancianos que se asilan y 3.854 monjitas, sirven de continuo al ansia y al empuje misionero.
LA “OPERACIÓN-CIRINEOS”
Y sin embargo, millares de seres cargan aun con el dolor sin haber acertado a darle una raíz constructiva. De la Cruz, ellos sólo vieron su ángulo de pesadumbre y sus leños chirrían por la huella del vacío o la desesperación. Este filón infructuoso es el que ha hecho movilizarse a la UNION DE ENFERMOS MISIONEROS y montar la llamada “Operación Cirineos” con su hora H en el Día de Pentecostés, fecha en que se celebra la Jornada de los Enfermos por las Misiones. Los que trabajáis por iluminar a Cristo en las almas tenéis aquí un espléndido objetivo de amor. La U.E.M. lo da todo hecho y apenas si necesita más que vuestra meditación. Una de sus modalidades es la que se desarrolla bajo el lema “Cumpla por correo la primera obra de Misericordia” Millares de tarjetas han sido puestas en circulación para ser franqueadas y cumplir un ancho cometido de propaganda postal. La que va orientada hacia los enfermos, habla en forma breve y atrayente del gran valor del sacrificio. A su vez, al recibirla el propio día de Pentecostés incluyéndole unas letras de felicitación el enfermo recibirá el aliento de sentirse miembro vivo y operante de la comunidad cristiana.
La otra tarjeta es una vibrante invitación a los sanos para que participen en la tarea de cicatrizar el alma de los que padecen a su alrededor con el bálsamo de un maravilloso ideal de apostolado, entregando sus dolores y sus plegarias. Ni que decir tiene que a vosotros se os reserva un lugar preferente en el despliegue de la “Operación-Cirineo”.
La hora del sufrimiento, se llama amor.
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Manuel Lozano Garrido «Lolo«, fue beatificado el 12 de junio de 2010 y su festividad se celebra el 3 de noviembre. En vida, fue un joven de Acción Católica, mariano, eucarístico, escritor y periodista. Enfermo desde los 22, estuvo 28 años en silla de ruedas y sus 9 últimos, ciego; podríamos presentarlo como «Comunicador de alegría a los jóvenes, desde su invalidez». Llamado ya por muchos como el Santo de la Alegría.
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