Ciertamente, la relación que mantiene, a lo largo de su vida, el Beato Manuel Lozano Garrido con la Virgen María, la expresa nuestro amigo de muchas maneras las cuales, por cierto, pueden ser suscritas por cualquier fiel católico que, de verdad, lo sea.

Podemos decir, sin temor a equivocarnos, que lo que escribe en el texto que hoy traemos aquí tiene todo que ver con una Madre Dios que expresa muy bien el amor en el exacto sentido de Madre, así, con mayúscula y nos pone en situación de dirigirnos a ella con estas mismas palabras.

Lolo, por decirlo pronto y para que se entienda, tiene a María por aquella mujer que supo más que bien qué debía hacer en la vida y así lo llevó a cabo. Por eso quiere que Cristo, su hijo, la oiga pues así nos escuchará a nosotros a través de ella.

 

 

Publicado en la revista Pax y en la revista Miriam.
Páginas finales del libro El sillón de ruedas.

 

María:

Lecho de río para la plegaria,

sustancia roja del acero en fragua que es la plegaria,

teledirección del cohete de la plegaria.

póliza de seguros de la plegaria.

Cristo:

En los labios de una madre nazarena hay temblor azulado de las aguas de un pozo.

Cristo:

Muerde la semilla descascarillada por sus dientes de nácar.

Cristo:

Déjate crecer ese grano mío hecho volumen de sílabas puras.

Que la oigas. Que nos oigas. Que me oigas.

Santa María de las Cosas sin Brillo,

la cadera dolorida por el cántaro,

el equilibrio de los jornales,

la ropa vieja, siempre zurcida y limpia;

-crécenos el gozo de los pasos sin nombre;

que gustemos el vino dorado de la copa de los Juan Nadie,

con el eco circunscrito a un espacio de cristal,

saludados con normalidad, sin recargos de intereses o fama.

Reina de las Horas Gemelas;

a las doce, el cocido;

a la tarde, la cartilla de Jesús;

a la noche, el salterio con José y el Niño;

-ven, rasca una cerilla de Fe y enciende la hora justa de la medicina,

el cliché ya gastado de las criaturas habituales,

los minutos sin ilusión, con un futuro de nubes arracimadas.

Elegida para las Misiones con Sordina,
Madre sin canastilla,
Maestra con un abecedario de silencios,
Redentora sin Evangelios;

-te pedimos nos acerques la lima de las humildades,

que nos desbastes nuestra hueca vanidad de elegidos;

que sintamos la cosecha de fango y de soberbia

como un martillo pilón sobre los hombros

y a Dios escanciando su sangre de oro sobre las palmas vacías.

Dama de Honor de los “Inútiles”,

la que SÓLO “estaba” al pie de la Cruz,

sin milicias, ni abogados ni recomendaciones a jueces;

sin más trinchera que el palmo de las sandalias;

-ruega por los que nunca recibirán el sobre de fin de mes;

los condenados a no ganar un duro con el sudor de llevar una maleta,

los hombres de “carga”, sin tarea de ladrillos o folios a máquina.

Corazón de acerico,
“recordman” del sufrimiento,

con el dolor sin estrenar de todos los nacidos

y la pena como una badana de hierro que se contrae sobre las palpitaciones;

-te pido que nos consigas la mansedumbre en berbiquí,

metida en la pulpa de los lamentos,

en el desgarrón que nos cuaja en anuncio de analgésico,

en el martirologio de las ideas fantasmas.

Madre de la Cruz sin tiempo,

con Niños Perdidos en Hiroshima y Agadir;

con hijos en camas de esmalte, crucificados entre hidrácidas,

o en Vía-Crucis de productividad y semáforos;

-te digo que deseamos vivir en ascua nuestra evidencia de hermanos;

que rebatiñes todos los dolores del mundo

y, con tu ayuda, nosotros los sorberemos necesariamente

como el vaso de leche o la pócima,

para que se agote la especie de la queja y la angustia.

Llave Maestra
Señora sin Misterios, con fórmulas:

en la aguja, el hilo de una vida y bordando bien al derecho y al revés;

con la clave de Dios en todos los rompecabezas;

mira este grandullón que se acerca como un niño en estropicio,

con su crucigrama en blanco

y las palabras dolor, silencio, tristeza y amor

para llenar con gracia los cuadros horizontales y verticales;

-haz que palpemos la cara redonda de Dios

en las culebrinas de las articulaciones,

en el desahucio de los médicos,

en la fortuna dando la espalda, como un colegial enfurruñado.

Virgen del Mosto en las Pupilas,

-La maternidad, lagar; la Cruz, lagar; la soledad, lagar-

las lágrimas cuajadas en dulzura, como las gotas de un fruto recién partido;

-engrásanos de ternura las palabras que chirrían,

la puerta mohosa del corazón,

las vidas estupendamente envaradas como palos de cucaña.

Santa María de los Nombres Brillantes como un cielo bruñido,
cascabel que late,

palmas hacia arriba, abiertas con lluvia, con sol, con esperanza,

cristal bañado y pulido, gota de sangre con sonajero,

desierto con puentes y rumores,

lengua de lira en salmo,

miga y gozo de cada día,

multicopista de todas las maravillas;

ante Ti se derrumban los vasos de arcilla del mundo.

-Oye, pues, el S.O.S. de las criaturas sin cielo,

con lacra, con cicatrices.

Toma nota y fíjate;

pedimos la alegría, la esperanza, la pureza y el sacrificio;

queremos la soledad fecunda, adorar y ser reconocidos.

Y, como cumbre del ansia, arráncanos la bondad

hasta llegar a una perfección “Standard”;

santos a manojillos:

los municipales, las mujeres que van a la compra,

las mecanógrafas, las telefonistas

y los pobres hombres en sillón de ruedas.

-Que la oigas, Cristo. Que nos oigas. Que me oigas…

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