Al contrario de lo que suele ser habitual, a esta casa Fundación de Lolo, no hemos traído un artículo sino una sucesión de perlas preciosas que deberíamos acaparar hasta que se nos llene el corazón.

Cuando Lolo publicó esta sucesión de aforismos puros de fe cristiana y, aquí, católica, debió enriquecer mucho el alma y el corazón de los lectores de entonces.

En realidad, han pasado muchos años desde entonces (casi los mismos que van desde la subida a la Casa del Padre de Manuel Lozano Garrido) pero podemos decir, sin temor a equivocarnos, que lo que a continuación sigue es, espiritualmente, impagable.

Gocen ustedes porque, francamente, vale la pena y porque es una veta de oro puro.

 

 

Publicado en la revista Nuestra ciudad, entre 1970 y 1971

 

1
La paz de Dios es como una esponja que se empapa de todas sus perfecciones.
La palabra “Paz” es una de las más sencillas de escribir, pero se necesita mucha generosidad para grabarla en el corazón.
La pipa de la verdadera paz, en vez de tabaco, quema incienso.
La paz os dejo en la generosa armonía de la Cruz. La paz os doy en la fraternidad del Dios Padre.
“Una cosa es la alegría y otra la paz. Se puede vivir, sin risas, como se vive sin vista, pero nunca en guerra por dentro”.
Usa de tu razón con razones de todos.
Nacer en paz, vivir en paz, morir en paz y gozar eternamente de la paz de Dios.
Si serenó un corazón, calmará tempestades.
¿Tratados de paz? ¿Pero hay que negociar el aire que se respira?
A lo que el despertador llama es al amor; a lo que el Sol ilumina es a fe mutua; a lo que la vida canta es a la generosidad.

2
Santidad: plenitud del ciclo de la semilla de sí que Dios planta en el hombre.
La participación de beneficios que el Creador hace es la santificación.
El santo nace, se hace y Dios lo hace.
Mejorarás la Creación perfeccionando tu alma
Dios da su testimonio de fecundidad en la santidad de los hombres.
Las coronas de los santos, mientras viven, no son de luces, sino de espinas.
Un hombre es santo cuando todos lo saben menos él.
¿Santo solo? ¡Le tendrán que poner en un museo!…
¡Qué rico el pan después de un ayuno! ¡Qué delicioso es Dios si se le busca con hambre!
Caridad de la sed: arder en la de los demás más que en la propia, como Jesús en la Cruz.

3
¡Irresistiblemente bueno como el Dios bondadoso!
Bondad: radioisótopos humanos que van trazando la presencia de Dios en la sociedad.
Es bondadoso ¡Cómo ilumina!
Violeta: Lección para el hombre: no se da a conocer más que por su gracia y cada año entrega al viento ese puñado de esperanzas que es el polen.
Soy lo que soy y nada soy. Seré lo que Dios admita, que todo lo puede.
Si Cristo ya es humilde ¿necesitarás de una pizarra?
¿No viene a ser mucha casualidad que los hombres verdaderamente sabios sean humildes?
Sencillo y desnudo siempre, en el Registro de la Humildad figura que posees innumerables corazones.
Mansos, sí; cobardes, no, porque no hay valiente como el que se domina por los demás.
Limón del propio halago, naranja en la mansedumbre.

4
Desnudo y sin alforjas, que no vas de maniquí o de viajante, sino a dar la vida y el amor.
Que no se te olvide: testigo de Cristo y no escaparate de ti.
De cristal, como la bombilla, ¡Con tal que dejes a Dios iluminar desde ti!
Si no creen en tu palabra, que los arrebate tu ejemplo.
En realidad, Jesús no te pide más: que tengas los brazos abiertos.
Aunque de hierro fueses, necesitarías de la fragua y el martillo para forjarte.
Fíjate antes, que decir que “sí”, es a los salivazos, el vinagre y el abandono.
La persecución, tan oscura, es un calco con el que sacar copia humana a la vida de Jesús.
Sazonarás a los hombres si la sal de la Gracia la pruebas antes y escuece en las propias heridas.
Te duele el silencio. ¡Con lo que predica!

5
Misericordia es dar, incluso hasta lo que a uno le duele dar.
Don diario, redención diaria.
Dar, dar, dar; amar, amar, amar…
Dio toda su hacienda… ¿y también su corazón?
¿Y si uno llegara a dar hasta la última rebanada? Llovería maná.
Espera en los hombres hasta que muera el último generoso.
Deja un hijo, planta un árbol, escribe un libro… y perdona millones de veces.
Al hombre, como a las ramas, se le perdonan las espinas: las flores se lo agradecen.
Si le pusieras precio a un acto de perdón, ¿quién le pagaría su trampa a Cristo?
¡La de estrellas que alumbran en el cielo de los que perdonan!

6
Pocas cosas unen tanto como el sudor.
La guerra de los Cien Años pudo empezar por una oreja que se pega al tabique del vecino.
¿Te gustaría saber los nombres de todas las personas? No es difícil, con tal que simplemente les llames “hermanos”.
Subí con ellos a la barca, les mandé trabajar para Mí y estuvieron remando toda la noche. Al final de la faena se les llenó el copo. Moraleja…
Dos, tres o cuatro hermanos en casa, pero quinientos o mil en la fábrica o en la ventanilla de la oficina.
Amor de patria chica, pero no tan chica, tan chica, que llegue a pinchar, como los erizos.
Amor en el hombre, amor a los hombres y amor al Dios-Hombre: largo, ancho y algo del amor fraterno.
¡Qué largas ocho horas de trabajo y qué cortas ocho horas de convivencia y compenetración!
“Va mal el índice de ventas…” “No hay reparto de dividendos…”; Yo, Jesús, tengo los bolsillos vacíos y, ¿no me quieren a rabiar mis operarios?

* * *
7
Agujeros de las manos de Jesús, ¡por los que ver realmente la vida!
¡Al aire, sin miedo, los corazones puros! ¿Se manchan las azucenas cuando llueve?
En el amor, aviva la llama; que se levante pronto, derecha y pura.
El sol no hace nada, pero ¡cómo calienta, ilumina y vivifica todo!
Estropajo de renuncias, enjabonado de caridad y ducha diaria de gracia. Desde el amanecer sol, como los chorros del agua.
El amor, como la fruta en la mesa de los publicanos: algo que Jesús toma con nobleza y lujuriosos comen a dentelladas.
“Veo a los hombres como si fueran árboles”. Un poco más de amor y lo notaría también el hermoso fruto del otro árbol de la Cruz.
No miréis a la epidermis, sino en profundidad, como los rayos X.
Chocarás mil veces con Dios y nunca le verás, si te ciega una pasión.
Necesita gafas. ¡Cómo será, que no ve la voluntad de Dios!

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