La gran atención de la Iglesia a los medios de comunicación modernos y los debates sobre ellos en el Concilio Vaticano II muestran una celosa preocupación por llegar a todas las personas y una clara conciencia, desde el principio, de la importancia de esos nuevos canales, destaca el sexto capítulo del libro Concilio Vaticano II: Historia pequeña del día a día en el aula conciliar. La nueva entrega semanal de «Recordando el Concilio» muestra los primeros pronunciamientos y estructuras de la Iglesia sobre los medios de comunicación social.
El primer documento que encontramos es de Pío XII, el 30 de enero de 1948: una carta de la Secretaría de Estado con la que creó la Pontificia Comisión para la Cinematografía didáctica y religiosa, explica Rafael Higueras, autor del libro. En 1954, aquella pequeña institución se abre a todos los medios de comunicación (radio, prensa y televisión) y se convierte en Comisión Pontificia para el cine, radio y televisión. Poco después, el día 8 de septiembre de 1957, Pío XII publicó la encíclica Miranda prorsus. En 1959, Juan XXIII hace depender esta oficina directamente de la Secretaría de Estado.
En 1960, este papa creó un secretariado para las cuestiones conciliares relacionadas con los medios de comunicación social. Cuatro años más tarde, aprobado el Decreto conciliar Inter mirifica, Pablo VI transformó la Comisión, dándole el nombre deComisión Pontificia para la Comunicación social (2 abril 1964). El primer fruto maduro de esta Comisión después del Concilio, para dar cumplimiento a los deseos de los Padres conciliares, es el precioso documento, Communio et progressio de 23 marzo 1971, en que se hace un análisis del valor de los medios de comunicación social y de la importancia que les da la Iglesia.
Con la reforma de la Curia romana llevada a cabo por Juan Pablo II, (Pastor bonus), la Comisión para las comunicaciones sociales fue elevada al actual rango de Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales. «Aquella pequeña oficina para la cinematografía, en el año 1948, ideada por Pío XII, hoy -gracias al Concilio Vaticano II- es un organismo amplio, grande en sus objetivos y atento al gran servicio que los MMCCSS ofrecen a la humanidad en general y a la Iglesia en particular», destaca Higueras.
El capítulo sexto del volumen también recoge la importancia que los padres conciliares daban a los medios de comunicación social y su influencia. En el aula conciliar -recuerda-, decía monseñor Stourm: «Si miramos a nuestro tiempo, ningún transmisor de doctrina y opinión podemos encontrar más eficaz que estos Medios… ¿Cómo va a olvidarlos la Iglesia?». Y más adelante, señalaba con visión profética, ante los padres conciliares: «Estos admirables inventos (Miranda prorsus) ha querido ponerlos Dios en nuestras manos para que el Evangelio sea transmitido más rápido, más universal, más eficazmente. Conoce bien la Iglesia que las nuevas generaciones se van a alimentar, formar y crecer a través de estos Medios…Este es nuestro mundo que si hoy es permeable a estos Medios, mucho más permeable será mañana. Este mundo con sus males, también podrá empaparse de rocío cristiano a través de estos Medios. De nosotros depende…».
El obispo de Lausanne, monseñor Charrièrre, llegó a proponer en el Concilio una «missio canonica» (un encargo oficial) para anunciar el Evangelio en la radio y la televisión, «presentes en todas las viviendas». Entre las observaciones propuestas por los padres, monseñor Wojtyla califó estos medios como «regalos de Dios a nuestro tiempo» y advirtió que su principal valor debe ser ayudar a la cultura y al fomento de la vida interior del hombre.
Tras los debates sobre los medios de comunicación social, el 4 de diciembre de 1963 se aprobaron, en presencia de Pablo VI, tanto la Constitución sobre la Liturgia como el Decreto sobre MMCCSS, en presencia de Pablo VI. ¡Los primeros frutos definitivos del Vaticano II!