«Teniendo una vida crucificada en todos los aspectos, es, como ya empiezan a llamarle, Santo de la Alegría»

Artículo original escrito por Venancio Luis Agudo.

Dentro de unos días será beatificado en Linares Manuel Lozano Garrido “Lolo”

Un periodista español va a ser elevado a los altares dentro de muy pocos días: el 12 de junio y en su tierra natal, Andalucía; concretamente, Linares.

Siempre es noticia que un hombre o una mujer sean llevados a esa gloria y a esa exaltación testimonial y sagrada.  Más noticia aún que el elevado a los altares no sea un religioso o religiosa, sino un seglar de profesión comprometida (periodista). Pero, sobre todo, que teniendo una vida cruficada en todos los aspectos, sea, como ya empiezan a llamarle, santo de la alegría.

Manuel Lozano Garrido, a quien todo el mundo llamaba Lolo, queda huérfano de padre a los seis años. La madre y sus siete hijos se acogen a casa del abuelo. Cuando Lolo  cumple 15 años mueren la madre y el abuelo. Quedan solos los siete hermanos. El mayor marcha a Madrid  a trabajar y es fusilado al comenzar la guerra civil. Lolo se convierte en un nuevo Tarsicio, llevando a los 16 años, oculto, el Santísimo a los cristianos encarcelados en Linares. Lo denuncian por traición y va a la cárcel. Allí comienza la enfermedad que le acompañará su corta vida. Una patologia reumática progresiva que le va paralizando poco a poco todo el cuerpo con tremendos dolores. Desde su silla de ruedas se  convierte en un magnífico escritor y periodista. Tan magnífico que su primera novela queda finalista del premio “Nadal”. Eso le abre las puertas de bastantes periódicos. Escribe con dificultad con lapicero. Pronto no puede con la mano derecha; aprende con la izquierda; apenas se entiende su letra. Los amigos (aquí comienza la lista entrañable y benemérita de los amigos de Lolo) se lo pasan a limpio. Cuando ya no puede escribir, se hace atar un punzón a un dedo y teclea en la máquina. Quiere hacer presente en el mundo un mensaje de paz y optimismo. La enfermedad avanza. A los 42 años queda totalmente ciego. No cesa. Dicta sus artículos y libros en una cinta magnetofónica. Sigue publicando en toda España. Funda y dirige una revista para los jóvenes de Acción Católica. Sentado en su silla de ruedas  es el instructor de esos jóvenes. Como tiene la cabeza inclinada hacia abajo le suben a una tarima y los adolescentes se sientan en el suelo a su alrededor. Le admiran, le adoran…. Son los futuros Amigos de Lolo.  Publica nueve libros. Crea una asociación, llamada Sinaí, de personas orantes, unidas a monasterios de vida contemplativa, que ofrezcan sus oraciones por los periodistas. La obra se extiende por toda España y edita una revista modesta para unir a todos sus miembros…

Y todo ello, atenazado por unos dolores, que los médicos han explicado como extremos.

Pues todo ello no es lo admirable del nuevo Beato. Lo grande de él, es que estaba inundado de la alegría de Dios. Y todo su deseo de escribir era para proclamar esa alegría de Su presencia. En uno de sus libros escribe: ¿Tararearéis las canciones de la radio y no se os va a pegar el tonillo de gloria del Universo? Y ese universo no es el del cielo estrellado y las constelaciones, sino el de cada día y cada recoveco de la vida… porque siempre está Él : Lo bueno Suyo es que se nos hace asequible aunque tengamos un pitillo entre las manos, estemos amasando cemento o hayamos ido a comprar medio kilo de pescadillas.

Cuando muere, sus amigos saben que han visto y oído y tocado a un santo. Y forman una piña – la Asociación de Amigos de Lolo- que se compromete a hacer lo que puedan por llevarle a los altares. Laborioso trabajo de recogida de testimonios, de procedimientos lentos y costosos, con fuerte gasto económico… Han hecho lo que han podido. Pero parece ser que Dios estaba de su lado, también como amigo de Lolo, y ha hecho lo suyo: el milagro necesario por su intercesión: un niño, que estando a las puertas de la muerte, se salva al ponerle en contacto con el crucifijo que  Lolo tenía siempre junto a sí. Hoy es un conocido árbitro internacional de tenis.

Venancio Luis Agudo, Periodista

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