Como hace en otras ocasiones, Manuel Lozano Garrido, prepara una entrevista que, en esta ocasión, tiene por objetivo el conocimiento que el creyente tiene acerca de la Eucaristía. Y podemos ver que la cosa va por barrios, como suele decirse.
Existe el general conocimiento de que la Eucaristía, o Santa Misa, es muy importante para quien cree en Dios Todopoderoso y tiene a su Hijo Jesucristo por el Mesías. Y, claro, tal importancia debe tener reflejo en el devenir social del creyente.
Es cierto que cada cual, según su nivel de conocimiento que pueda tener acerca de su fe, atina más o menos con el significado de la Santa Misa. Sin embargo, nos viene muy bien para ver cómo estaba, por así decirlo, tal realidad en su tiempo y es casi seguro que está a años luz de hoy mismo… a su favor, por supuesto.
Publicado en “Cruzada”, en abril-mayo de 1957.
Cristo nace y muere en cada Misa.
Los cristianos debíamos sentir de continuo el escalofrío. No hay minuto del día en que unas manos consagradas no toquen realmente a la misma persona divina a quien debemos el santo fruto de la Redención. Su misma carne, esa de la flagelación y los taladros, esas manos del taller y los prodigios; su misma sangre, la de los menudos poros en el Huerto y la gran sangría en el Gólgota, son las que gravitan sobre los lienzos inmaculados de hasta las aras más rústicas. La Misa es el hecho menos inconcreto, más verídico y actual que es dable a la experiencia humana. Cuando se alza en el aire el círculo nevado de la Hostia, a todos los que decimos seguir a Cristo se nos debía de encoger el corazón de asombro y el cuerpo derrumbarse de espanto.
Y, sin embargo, no es así. La rutina nos ha lanzado a la vía muerta de la pasividad. Apenas si en la media hora de Misa nuestras rodillas exteriorizan un doblez quejumbroso, mientras la vida se nos va a las preocupaciones dejando inerte la gran Vida y su eficacia. No podemos continuar con el escándalo de nuestras misas superfluas y frívolas. Esta es la razón que nos hizo traer la Eucaristía a estas páginas y la más precisa de afrontar soluciones en una encuesta.
Aunque se prodigan ya las misas vespertinas, la realidad en provincias es muy distinta. Por eso incluimos la tercera pregunta exploratoria.
CUATRO PREGUNTAS
1ª. ¿Qué particularidad de la Misa tiene para Usted una especial emoción?
2ª. ¿Es la Eucaristía una fórmula de Redención social?
3ª. ¿Frecuentaría más la comunión en horas vespertinas?
4º. ¿Qué sugeriría para que las masas vivan de un modo activo la realidad del Sacrificio?
CONTESTAN:
UNO QUE VA, PERO…
1ª. Voy a Misa por continuar la tradición de la familia. Asisto y nada más. Cuando la Iglesia le da tanta importancia, creo en ella, pero nadie ha intentado profundizarme en ese sentido.
2ª. No me compliques. Hay ciertas actuaciones…
3ª. Hombre, acompaño a la novia a la visita. Al ponerla a esa hora, naturalmente que habría de oír más misas.
4º. Bueno, habrá de meterme en esa masa. Una pregunta: ¿Saben eso de “la realidad del Sacrificio” esos otros que van a Misa como a una de tantas reuniones “chic”?
UN OBRERO AJUSTADOR
1ª. La Consagración, claro. Detalle, el de la Comunión, por lo que supone de incorporación nuestra.
2ª. Sí: trata de unir a todos con Cristo para formar su Cuerpo Místico.
3ª. Por ahora me da igual, pues mis ocupaciones no me impiden hacerlo por la mañana; en otras épocas de mi vida me hubiera ayudado mucho.
4º. Que los que conocemos a Cristo, empecemos a vivirlo y que nuestra actuación social lo testimonie.
UN EDUCADOR
1ª. El memento de los vivos. En esos instantes, al juntar mis intenciones con las de Cristo, se agiganta mi fe y no hay petición que me parezca difícil de alcanzar de Nuestro Señor.
2ª. La Misa es la aplicación de la virtud redentora del sacrificio de la Cruz; es decir, que por ella nos apropiamos el fruto de la preciosa Sangre que Cristo derramó por todos los hombres. Gracias, por tanto, a la santa Misa, la Humanidad entera se beneficia de esos frutos de salvación, realizándose, por así decirlo, una nueva redención social.
3ª. Indudablemente. No pocas veces me veo privado por razones de trabajo. De poder comulgar por la tarde, el asunto quedaba arreglado. Y esto que me ocurre a mí, les pasa a otros muchos. No acabo de comprender por qué en Linares, no obstante las facilidades dadas por el Papa, seguimos aferrados a la antigua costumbre de repartir la comunión y celebrar la misa sólo por la mañana. ¿Qué impide que tengamos misas vespertinas los domingos y otras fiestas?
4º Ahora asistimos a Misa como espectadores aburridos, por eso es conveniente que los domingos, un sacerdote vaya explicando la marcha de la Misa e incitando a los fieles a tomar parte activa en la misma por medio de cantos y oraciones en común.
UNA CHICA QUE TRABAJA
1ª. Por enfermedad estuve una vez dos años sin ir a Misa. El volver fue una experiencia maravillosa. Aun bajo un ángulo de curiosidad se respiraba allí un simbolismo que suponía la presencia de lo sobrenatural. Comprendí entonces que incredulidades como las de Claudel o Merton, se hayan quebrado por la grandiosidad de nuestro rito. Mi momento: el Ofertorio. ¡Sentirse uno con Cristo en la ofrenda…!
2ª. Lo social es un problema de amor, de generosidad, y la Eucaristía es el Amor por esencia y el mayor ejemplo de inmolación. Él se nos da para que nosotros nos ofrezcamos sin regateos y, darse al trabajador, al humilde, lo es a la persona divina que Él representa.
3ª. La vida moderna tiende a un rendimiento máximo de la mañana y con él se hace difícil la práctica de los Sacramentos. Ahora, yo he de levantarme antes de las siete para hacer la casa, comulgar, desayunar y entrar al trabajo a las nueve. ¿Podré hacerlo con la jornada intensiva?
4º. Empecemos porque los que van participen. Hay, por ejemplo, que resucitar el espíritu comunitario de la Misa parroquial con el diálogo, el canto y la restauración externa de ciertos motivos. Así como se hace ya en Alemania y Francia, con el libro visible y a mano, en el que cada uno anota intenciones que se llevan al memento dominical. También con las ofrendas en especie que se incorporan al ofertorio. En las demás Misas, comentarios explicativos. Saquemos a Cristo a la calle ¿por qué no resucitar el Viático?
UN JEFE DE NEGOCIADO
1ª. No puedo especificar por qué la Misa me “llena” plenamente. Sin embargo, esa particularidad puede estar en que parece que cada Domínica está hecha a “mi” medida y para “mi” momento. Esto es maravilloso. La Misa tiene toda la novedad y lozanía de la verdad y por eso “estrenamos”, en cierto modo, cada domingo una Misa.
2ª. Los Santos lo fueron porque supieron llenarse de Eucaristía. En ella encontraron Luz y Vida para sus acciones heroicas. Pasaron redimiendo a la sociedad, apoyados, mejor dicho, empapados en Cristo Eucaristía. Esta es la palanca que redime y el firme apoyo para que la sociedad camine hacia Dios.
3ª. Sí. Hoy se trabaja mucho y, en las ya tranquilas horas del anochecer, se remansa el alma y se siente muy dispuesta a descansar en el corazón de Cristo. Cuando después del trabajo hacemos la Visita a Jesús Sacramentado la hacemos buscando ese descanso. Pienso que en una ciudad como la nuestra, en que son muchísimas las personas que tienen este piadoso hábito, podrían entrar de lleno en la comunión diaria.
4º.Una gran campaña en la que el Misal llegue a cuantos asisten, enseñándoles a manejarlo y saborearlo. La Misa en sí tiene belleza suficiente para incorporar activamente a todos los fieles al Sacrificio. El Misal es importantísimo para saber qué se hace y se dice en el altar durante el Sacrificio. Veo desde hace tiempo cómo personas que lo utilizaron asisten ahora sin él. Podemos decir que asisten, pero no que lo viven. ¿Por qué han dejado el libro?
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Manuel Lozano Garrido «Lolo«, fue beatificado el 12 de junio de 2010 y su festividad se celebra el 3 de noviembre. En vida, fue un joven de Acción Católica, mariano, eucarístico, escritor y periodista. Enfermo desde los 22, estuvo 28 años en silla de ruedas y sus 9 últimos, ciego; podríamos presentarlo como «Comunicador de alegría a los jóvenes, desde su invalidez». Llamado ya por muchos como el Santo de la Alegría.
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