Publicación original: Boletín Asociación Amigos de Lolo nº 11 Noviembre-Diciembre de 1996, por Don Sebastián Herrera Sánchez, de Acción Católica y amigo de Lolo
Quienes han tenido de Lolo un conocimiento, digamos, más cercano, son aquellos que nos pueden proporcionar un acercamiento a la persona y figura del Beato de Linares.
Sebastián Herrera Sánchez hace lo propio con un tema como es, era entonces en 1996, el inicio de todo el proceso que terminaría con la Beatificación, un 12 de junio de 2010.
Destaca quien escribe este artículo el “doblete” espiritual que caracterizaba a Lolo: la humildad y la sencillez. Y así es fácil explicarse que su ascensión a los Cielos haya sido como ha sido.
Conforme transcurren los años, ciertos acontecimientos van dejando huellas indelebles en quienes los viven. Hay algunos que por su naturaleza son importantes para todos los mortales: Matrimonio o profesión de fe para los religiosos, fallecimiento de los padres, posible nacimiento de los hijos, triunfos universitarios, éxitos laborales, etc. Pero los «Amigos de Lolo» hemos presenciado un suceso que, con toda seguridad, la actual generación linarense no conocerá otro igual: El traslado de los restos mortales del Siervo de Dios MANUEL LOZANO GARRIDO desde su enterramiento en el Cementerio de San José, donde han permanecido veinticinco años menos dieciocho días, hasta la Iglesia Parroquial de Santa María de la Asunción. Allí reposarán hasta la resurrección de los muertos. – «No os maravilléis de esto, pues llegará la hora en que todos los que están en los sepulcros oirán su voz, y saldrán» (Jn.5,28-29)
Con la misma humildad y modestia en que transcurrió su vida, se celebró tan importante acontecimiento: un grupo de «Amigos» y familiares acompañamos sus restos hasta la Iglesia, pasando junto a la casa donde nació. Otro grupo, más numeroso, esperaba su llegada al Templo.
Cuando en el año 1969 «Lolo» fue nombrado Hijo Predilecto de Linares su humildad no aceptaba homenajes a su persona. El escritor Pérez Lozano escribía en el Diario «IDEAL» del día 7 de Diciembre de 1969 lo siguiente: – «Quiera Dios que el homenaje prospere. No es él muy amigo de la idea. Quiere amor de los que le rodean y no ayuda».
Manuel quiso imitar todo cuanto pudo en su vida la humildad de Cristo, quien siendo Señor del mundo vino a él en una modesta y sencilla cuna, que pasó su vida terrena enseñando la BUENA NUEVA sin percibir nada a cambio, que murió en el patíbulo dedicado a ladrones y asesinos … Nuestro amigo Lolo fue también humilde en todos sus actos, no necesitaba nada … todo lo quería para los demás. Sabía aconsejarnos en nuestras tribulaciones. Supo transmitirnos esa Buena Nueva a través de sus escritos.
Como a él le gustaba que se le hiciesen las cosas en su vida, así se han hecho en el primer cuarto de siglo de su muerte: El rezo de un Rosario y del Ángelus -por coincidir con el medio día- en la capilla del Cementerio y una celebración paralitúrgica en la Iglesia de Santa María, han sido los únicos actos con los que se dieron traslado a sus restos mortales. Con la sencillez que él quería para sus actos, se realizó tan importante evento.
Porque Manuel, ahora sentado en su «Sillón de ruedas» haciendo «Mesa redonda con Dios», ya ha llegado al lugar en que «Dios habla todos los días», a través de sus «Reportajes desde la cumbre», y que la humildad que tuvo en vida le ha llevado a conseguir, al menos, el título de Siervo de Dios, porque para él «TODO HA SIDO GRACIA».