Como suele pasar en el devenir de una realidad, llega un momento en que el final se aproxima hasta que acaba llegando. Y eso es lo que pasa con lo que hemos venido en llevar a cabo con la revista “Sinaí” que el Beato Manuel Lozano Garrido dio en imaginar, crear y llevar a cabo durante bastantes años y números.

 

Para alguien que conoce a Lolo desde hace no muchos años (en comparación, queremos decir, con otras personas, como es lógico pensar y creer) cuando tiene entre sus virtuales manos algo como “Sinaí” es evidente que se ha encontrado con un tesoro. Y es que quien ha contado con su amistad, digamos, “presencial” a lo mejor esto le puede parecer poca cosa pero, con franqueza lo decimos desde aquí, hojear las páginas de “Sinaí” ha sido un regalo que es tan difícil de pagar que nunca va a ser posible compensar una gracia así.

 

Tengo que decir, y ya paso a la escritura en primera persona pues esto es más que personal, que todo surgió del conocimiento de la tesis doctoral que Dª María Solano Altaba (“Biografía periodística de Manuel Lozano Garrido (1920-1971). Medios, temática y recursos persuasivos”, es el título) escribió sobre la obra periodística que Lolo llevó a cabo a lo largo de los años. Y fue a través de la Fundación Lolo y, dentro de su entramado y eslabones, de don Manuel Miras y el siempre entendido entusiasmo por la cosa del P. Rafael Higueras (a cada uno lo suyo, cual es justo en derecho…) por lo que pude llevar a cabo esta labor.

 

Lo de arriba resulta entendible pues había hecho alguna que otra persona una labor impagable al haber, supongo yo, escaneado uno a uno los números de “Sinaí” para poder luego trabajar con ellos y escribir la tesis supracitada al haberlos pasado, así, al mundo digital que, se quiera no, tanto facilita las cosas hoy día. Y así, por decirlo pronto, se podían hacer otros acercamientos a una obra tan bien hecha y escrita por parte de Lolo. Y uno de ellos era, precisamente, escribir semana a semana sobre cada uno de esos números pues no había ni uno solo de los mismos de los que no se pudieran entresacar enseñanzas, pensamientos, formaciones…

 

Estamos seguros de que se pueden hacer otros acercamientos a “Sinaí” mucho mejores que el que ha hecho el que esto escribe. De todas formas, cada cual hace lo que puede de acuerdo con sus condiciones, digamos, intelectuales, y ha salido lo que ha salido que, espero, haya podido ser del gozo, como diría San Pablo de las conversiones que anhelaba con su predicación, al menos de uno de los lectores que, también espero, haya habido…

 

Escribir sobre “Sinaí” y siendo un simple testigo de lo que allí está escrito ha sido una verdadera gracia, un regalo de Dios y, en fin, algo que nunca va a olvidar el que esto escribe que es, en todo caso, un simple transmisor de lo bueno y mejor que contienen las muchas páginas que he tenido que leer para poder llevar a cabo esta humilde labor de decir lo que otros mejores han hecho antes. De todas formas, lo bueno que se ha llevado a cabo por parte de algunos de nuestros hermanos en la fe (en este caso Lolo) está puesto ahí para ser gozado y eso es lo que he hecho, particularmente, desde el primer número hasta el último que, si Dios quiere, vendrá a esta casa de Lolo la semana que viene. Y será un número muy especial pues, al ser el último que vio la luz y haberlo sacado a la misma después de la subida a la Casa del Padre de su Director, es decir de Lolo, ya podemos imaginar que allí escriben y se retratan, en lo bueno, amigos más que mejores de Lolo.

 

Termino diciendo que el que esto escribe, a pesar de no dejar de ser un mero espectador, es también alguien que mira las cosas desde el presente hacia lo que fue y cree, de verdad que lo creo, que esto ha valido la pena.

 

Pues nada, hasta la semana que viene (si Dios quiere) que vendrá a esta casa el último número que fue publicado de «Sinaí».

 

Gracias, pues, Lolo, por tanto; gracias, pues, Dios, por Lolo.

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