Con este número la revista “Sinaí” da comienzo, en su número doble 115 116 (y correspondiente a los meses de enero y febrero de 1971) a un año más que especial pues sería (eso ahora lo sabemos) en el que su Director sería llamado por Dios. Por eso da la impresión de que cada número es, en tal sentido, más especial que el anterior.

Como se acercaba la primavera, el Editorial (de título “Volverán las oscuras golondrinas…”) tiene relación, eso, con el famoso poema de Bécquer. Pero, como suele ser habitual y es, además, recomendable, siempre lo lleva Lolo a lo espiritual y, sobre todo, a lo referido al enfermo y a quien sufre padecimientos. Y por eso dice

“Queridos enfermos: ¡Arriba los corazones! Que vuestro ánimo rejuvenezca, sonría y se una a la ‘eclosión que se produce a nuestro alrededor, símbolo de la Divina Providencia que vela por nosotros, aun cuando no parezca o sea primavera todo el año.”

Como podemos suponer, en su ahora y en nuestro ahora, hay muchas personas que pasan por malos momentos y, por decirlo pronto, las pasan canutas. Sin embargo, el Director de “Sinaí”, siempre más dado a la alegría que a la tristeza, apunta esto que sigue:

“¡Hay tantos motivos de alegría, no hay gozo sin dolor, también es verdad que no hay dolor sin gozo. Ley de compensación. Y así como después de la tempestad, viene la calma, tras de los momentos difíciles, tras el sombrío invierno del pesimismo, apunta la prometedora primavera del optimismo cordial, del horizonte diáfano y puro del amor, al que todos debemos entonar un himno triunfal.”

En fin… no podemos decir que el alma de Manuel Lozano Garrido no tenga más luces que sombras…

Por otra parte, resulta síntoma de desnortamiento de la sociedad o, mejor, de algunos individuos, de antes y de ahora, la sola voluntad de presentar algo como la eutanasia como algo bueno y a recomendar. Y ya entonces, por aquel año 1971 los adalides de una tan aberración le hacían preguntarse a “Sinaí” si “Se puede matar por caridad”. Y luego, se subtitula la cosa con “La misión del médico es defender la vida” y añadir otro subsubtítulo, por decirlo así, que dice que “La piedad no puede justificar un crimen”.

Ciertamente, decir esto, leerlo, es darse cuenta de que siempre está bien tener muy claras las ideas que sobre determinada realidad. Simplemente vamos a traer aquí los primeros párrafos  (5) en los que queda más que claro lo que no se debe tener en cuenta:

“La Eutanasia es la muerte producida dulcemente, sin casi sentirlo.

Para el asesinato y suicidio hay unánime censura, y la sociedad dispone de las correspondientes leyes punitivas.

Ahora que hay un tipo de crímenes que se salen de lo común, matizados de una supuesta compasión. Son los eutanásicos, muertes provocadas por piedad.

Se trata de acelerar el fin del enfermo que, sin curación, sufre tremendamente los últimos días de su vida; o eliminar al niño-monstruo que tiene ojos desorbitados, cerebro inútil y miembros anquilosados.

El Papa ha condenado esa ‘piedad’. Inglaterra tal vez legalice un proyecto de ley sobre la bondad (?) de la eutanasia.”

Y luego pasa el artículo a lo que, sobre eso, pasaba entonces en España. Y nadie, ni la ley, ni los moralistas ni los médicos estaban de acuerdo con eso lo cual decía mucho de una sociedad que no estaba por la labor de hacer posible la Eutanasia.

Como no puede ser de otra forma, este número de “Sinaí” también recoge su sección “Iglesia, punto, raya”. En ella podemos encontrar:

“IRLANDA – Por primeva vez en la historia, el parlamento de Irlanda del Norte tendrá un capellán católico. Con ello el gobierno desea suavizar la situación entre católicos y protestantes en la provincia.

ESPAÑA – El secretario nacional de Liturgia informa que la Real Academia de la Lengua se ha responsabilizado de la revisión de los nuevos textos litúrgicos para España e Iberoamérica.

ESPAÑA – Se clausura en Madrid, bajo la presidencia del arzobispo de Madrid, el proceso de beatificación del marqués de Comillas, don Claudio López Bru.”

No podemos dejar de hacer referencia a que, en la última página de este número de “Sinaí” se recoge la presencia de una figura como es la de la “Madre Teresa de Calcuta”, hoy día elevada a los altares como santa. Pero entonces se trataba de una religiosa a la que Pablo VI había entregado el nombre de otro Papa que hoy también es santo: Juan XXIII.

El caso es que todo lo que se dice de aquella religiosa que, entonces, tenía una obra por la que era más que reconocida y que era el “Refugio de moribundos” y que surgió de que aquella religiosa no podía seguir viendo a tantas personas morir en la calle en el más grande de los desamparos. Entonces “se dirigió a las autoridades: ‘Denme una casa y yo haré lo demás”.

Y, en efecto, hizo lo demás que fue, en dos cobertizos que le ofreció el municipio (aunque al principio había reticencia por parte de los sacerdotes hindúes porque aquellos cobertizos estaban en el templo de la diosa Kali, la enfermedad de uno de ellos y el haber aceptado su cuidado por parte de Teresa de Calcuta, tal circunstancia ayudó mucho a ser aceptada en aquel lugar) todo lo que pudo y más por los más desfavorecidos. Y luego, vendría todo lo demás…

 

Y, la verdad, no se nos ocurre mejor forma de terminar.

 

(Continuará)

 

Puedes leer todos los artículos de la serie Lourdes-Sinaí-Lolo en este enlace

 

 

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